Suele definirse “escribir a vuelapluma” como hacerlo “deprisa y sin reflexionar”. Es el caso del presente artículo en cuanto a “deprisa”, pero no en cuanto a “sin reflexionar”. Porque sobre lo que aquí voy a expresar llevo años reflexionando y escribiendo.



Antes de proseguir, tengo que decir esto: de los dos últimos artículos leídos en este Blog del Suscriptor, “Aniversario con demandas satisfechas”, de Pedro Miguel Chomé, y “El orden internacional basado en reglas”, de Pablo A. Calviño, alabo el detalle de Pedro cuando indica que la excesiva fijación en el asesinato de Miguel Ángel Blanco supone una discriminación para tantos otros asesinados por ETA que, ni remotamente, acapararon similar atención en los medios de comunicación, ni siquiera en los casos de niñas y niños caídos: Fabio Parra, de dos añitos, matanzas en el cuartel de Zaragoza y de Vic, etc. En esteetcétera incluyo el asesinato de una niña del que ahora se cumplen veinte años.



Publiqué en otro digital, bajo distinto nombre, la respuesta de Santiago Abascal en La mañana de Federico cuando dijo sentir algo de indignación al ser preguntado sobre su parecer, pues antes habían sido asesinadas muchas personas en medio de una casi indiferencia. Debieron quedarse estupefactos los contertulios. Pero ahí estuvo certero Abascal. No en otros aspectos, desde luego: muy especialmente en la reprobable postura de VOX ante la innegable realidad de la violencia de género.



En lo referente al artículo de Calviño, estoy de acuerdo en que las reglas son las que imponen e interesan a los estadounidenses (no digamos “norteamericanos”, y menos “americanos”, pues en ese continente hay otros muchos países, la mayoría de raigambre hispánica”). Los mismos EEUU actuales, por mucho que se empeñen en obviarlo los anglos, pertenecieron en su mayor parte al Virreinato de la Nueva España, sobre todo en el período 1763-1803, cuando la soberanía española se internó incluso un poco en Canadá y Alaska. Pero fue una soberanía más nominal que real, por el escasísimo número de población española y mexicana para tan vastos territorios.



El 6 de agosto es un aniversario de terrible recuerdo: Hiroshima. 1945. Por si aquella espita que jamás debería haber sido accionada fuera poco, tres días después se remató la faena con Nagasaki. ¿Se remató? En realidad, no, pues aún hubo algunos bombardeos más. De los llamados “convencionales”, pero terroríficos y dirigidos, como los realizados en Alemania, para quemar literalmente a la población civil, desde bebés hasta ancianos.



Tanto el pueblo alemán como el japonés fueron víctimas de la perversa falta de madurez de sus gobernantes nazis y militaristas japoneses. Pero esto no quiere decir que los vencedores fueran ángeles beatíficos. Sus espantosos crímenes de guerra fueron silenciados durante muchos años. Afortunadamente, con el tiempo se ha ido sabiendo que, si hubieran perdido la guerra, habrían sido juzgados como criminales de guerra. Y esto lo dijo el estadounidense Robert McNamara, combatiente en aquella guerra y más conocido después como Secretario de Defensa en la década de los 60, También relató con pesar las atrocidades cometidas por los EEUU en Vietnam.



Ahora tenemos en Ucrania un personaje que, en algún sentido, además de títere de otros, es un histrión que, no contento con la ayuda que recibe, da la sensación de querer meter al mundo en una tercera guerra precisamente mundial. Es archiconocida la frase de Einstein al particular, pero la voy a escribir por si alguien no la conoce: que no sabía cómo sería, pero sí la siguiente: con piedras y palos. En fin, el sabio del violín como ocupación de reserva también afirmó que para otra vida mejor ser fontanero, albañil, o algo así. No obstante, aunque no participó directamente en el Proyecto Manhattan (la bomba), lo posibilitó con su información de que los alemanes podrían adelantarse, y lo firmó.



Sí, Albert, al parecer el azar no existe (ancestral idea toral de la filosofía oriental), o sea, que “Dios no juega a los dados”. Pues, si es así, me gustaría saber qué lugar te ha reservado el Hacedor tras arribar a la Laguna Estigia.

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