A su excelencia el Sr. D. Juan Carlos Monedero, dios de la demagogia, la de los que se sienten por encima del bien y del mal. Inquisidor General de la Real Orden Podemita.

Debe ser que el ascenso de Ciudadanos le ha provocado tal reacción inflamatoria que cada una de sus neuronas ha entrado en apoptosis y sus exabruptos van impregnando cada línea que aún estas células, no escasas en su cerebro pero sí al parecer un tanto desordenadas, le permiten escribir.

Dice que la derecha es machista por definición, obviando que el poder tiene una tendencia de atracción especial a los hombres, y digo el poder, de la derecha, de la izquierda o de la asamblea circular que se ponga a ello. Es curioso, porque a las mujeres se nos acusa de mandonas y creo que es cierto, pero también pienso que somos más seguras (todo esto es lógicamente variable, cuestión de porcentajes) y más terrenales. Y esto qué conlleva: pues menos necesidad de demostrar nuestro poder al conjunto de la sociedad, porque lo que de verdad nos importa es lo que podemos palpar y sentir y, por instinto básico, nuestros hijos.

Ya sé que a estas alturas las críticas estarán lloviendo como agua de mayo sobre mi artículo, conservador, heteropatriarcal y demás lindezas, pero no

estoy dispuesta a callar ante tanta falta de cordura de esta sociedad que no ha sabido caminar hacia delante sin tambalearse borracha de sus propios éxitos en éste y otros campos de desarrollo social.

Teniendo en cuenta estas premisas, decir que Ciudadanos es machista por ser de derechas, es como decir que los coches de choque contaminan porque son coches y los coches contaminan. Ciudadanos es criticado por no tener ideología y esta es su ideología, la búsqueda de una igualdad de oportunidades para formar una España de individuos libres. Y esto es lo que va a impregnar cualquier actuación, discurso, ley o planteamiento, y es lo primero y último que un feminismo pata negra debe buscar, en este caso entre hombres y mujeres y el sexo intermedio o paralelo que cada cual se quiera confeccionar, porque no hablamos de coños o pollas que solo sirven para una parte de las funciones del ser humano, sino precisamente de estos, de seres humanos que queremos libres, libres aunque todos los cantamañanas del mundo insistan en decirles cómo tienen que vivir, qué tienen que pensar, a quién votar, apoyar o admirar.