La sentencia del caso Nóos ha dejado traslucir unas cuantas consideraciones para los españoles. Este hermoso país llamado España está configurado como un estado social y democrático de derecho. Han sido diez años de instrucción, juicio y dictado de la primera sentencia; digo primera porque alguna de las partes recurrirá la misma ante el Tribunal Supremo, Constitucional, Europeo… y, desconozco, si en el Ártico hay instancia ante la cual presentar réplica.

La Justicia española sigue el modelo romano. Hemos sido testigos del derecho de los acusados a mentir, sean políticos, delincuentes o una conjunción de ambas posibilidades. Las declaraciones fueron sorprendentes, especialmente para aquellos ciudadanos que nunca se han visto en una lid judicial. Las pruebas documentales aportadas dejaban fuera de toda duda la participación de todos y cada uno de los acusados. ¿De todos?

El Instituto Nóos era una empresa formada por cuatro personas, en grupos de a dos: matrimonio Urdangarín-Borbón, matrimonio Torres–Tejeiro. Singularmente una de las esposas era hija de rey, actualmente hermana de rey e infanta de España. Su fotografía aparecía en el folleto de presentación de dicho organismo, en la página web y colaboraba en muchas actuaciones organizadas por ellos.

La mayoría de las criaturas tenemos la firme convicción que es la pieza fundamental. Su marido, yerno del anterior rey, cuñado del actual Monarca, solicitaba dineros a instituciones públicas a cambio de la presencia en determinados actos del matrimonio y sus hijos, entre otras actividades. Por ejemplo, en alguna Cabalgata de los Reyes Magos de Oriente durante las festividades navideñas. Recuerdo escuchar al expresidente de la Comunidad Balear Jaime Matas decir:

-¿Cómo no iba a dar dinero a Iñaki Urdangarín siendo el yerno del rey de España?

-Pues por eso mismo, Jaime, por eso mismo -respondió Federico Jiménez Losantos, que era quien entrevistaba al político imputado.

Los matrimonios firmaban las actas del Consejo de Administración; por tanto, quedó documentalmente probado, estaban enterados de las acciones y beneficios de dichas actividades. ¿Cómo si no iban a tener ese nivel de vida? La infanta Cristina tiene formación universitaria; ha trabajado en una Caja de Ahorros, si bien funciona como una entidad bancaria con todos los pronunciamientos. Y ahora, resulta que no se enteraba de nada… la procedencia de los dineros… el origen de su opíparo desarrollo social… ella es un nuevo ejercicio del Derecho del Cobarde, expuesto hace pocas fechas: podía mentir y mintió. Incluso mostraba una mirada esquiva al responder a las preguntas de su defensor. Un par de personas que creyeron ver un esbozo de sonrisa en sus labios. Ya que todos sabemos una máxima legal:

-El desconocimiento de la Ley no exime de su cumplimiento.

Ella no sabía qué hacía su marido, de dónde venía el pastizal, si era o no legal… aunque sí quedó claro su disfrute, a todo trapo, vela, esquí y casoplón.

Dolores Ripoll, abogada del Estado, quien representaba a la Agencia Tributaria, expuso en la vista oral:

-"Hacienda somos todos" debe circunscribirse "al ámbito para el que fue creado: el de la publicidad, exclusivamente como forma de concienciación al país".

Querida letrada, tras la presente Sentencia, ha quedado clara su afirmación. ¿Es posible utilizar ese razonamiento a la hora de una revisión de la Declaración de Hacienda, incluso en la utilización del programa P.A.D.R.E.?

El viernes se hizo público el fallo. ¡Qué curiosa palabra! Fallo… con toda la apariencia de varios significados:

-Decisión tomada por un tribunal, jurado u otra autoridad.

-Acción equivocada o defecto de una persona o cosa.

Personalmente tengo un pequeño lío con la dichosa Sentencia, ya desconozco la acepción tomada o dictada, respecto de las definiciones expuestas. El representante legal de Cristina, infanta de España, llegó a afirmar al conocer la sentencia y absolución parcial de su defendida:

-Ha quedado demostrado que todos somos iguales ante la Ley -Miguel Roca Junyent.

La Sentencia es tan dispar que a unos condena por entregar dinero, a otros exonera; a unos condena a multa… y a Cristina, infanta de España, que se aprovechó -y bien de ello- es premiada con idéntico resultado deseado por el común de los españoles en la Declaración de Hacienda: a devolver parte del dinero. Veremos cuando llegue a la última instancia recurrible cómo nos libramos el resto de españoles…

- Pa mí que palmaremos pasta… otra vez -pudiera oírse en una chirigota carnavalera de las ciudades España.

Estoy convencido respecto de la igualdad de los ciudadanos ante la Ley, cada uno en su plano y altura. ¡Qué barato resulta apropiarse de mucho dinero! ¡Qué sencillo es ejercer el Derecho del Cobarde!

Me gusta España, pese a todos ellos… con aciertos y fallos.

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