Por Eva María Sánchez, ex-portavoz de UPyD en Arganda del Rey y miembro del consejo político nacional de UPyD 2013-2015 

Mira que estos últimos meses me he ganado enemigos por decir que, con todos mis fallos (que los tengo y no pocos), yo quería a UPyD, uno de los amores de mi vida. Me indignaba cómo, desde julio, han ido deteriorándolo poco a poco, haciendo cómplices a muchos, engañándolos, mientras les hacían creer que eran partícipes de “la segunda temporada”; pero servidora y una magnífica eurodiputada veíamos con estupor y sin poder hacer nada (por los insultos y reproches que nos ganábamos) que la disolución de UPyD iba a ser un hecho. Entonces, era mucho más fácil insultar a quien lo avisaba y descargar contra Irene, Toni, Teresa, Nacho, Rodrigo o Álvaro para desviar la atención de lo que en Cedaceros se estaba maquinando.

Un día triste para mí fue la constitución del nuevo congreso. Hoy también lo es. Podría decir “yo ya lo decía”, pero ni para eso tengo ánimo. Rosa, te di mil veces las gracias por crear UPyD, pero, en cuanto vi que tu definición “UPyD, herramienta al servicio de los ciudadanos”, era en realidad “UPyD, mi herramienta”, descubrí que de verdad solo mirabas por ti. Me hiciste mucho mucho daño.

Tú solita decidiste sentarte a negociar con Ciudadanos, hasta que barruntaste que tu liderazgo corría peligro. Y tú solita hiciste que los afiliados viésemos a Ciudadanos como enemigos. Renovadores… esa candidatura era la alternativa real a esta masacre, y nunca fusionados con Ciudadanos, sino caminar a su lado, para poder salvar los muebles. Pero, ¿cómo ibas tú a dejar el partido en unas manos que no fuesen las tuyas, para que otros viésemos los gastos en seguridad o no pocos de los gastos en viajes y alojamiento? Eso sí, el resto nos pagamos siempre lo nuestro. ¿Cómo ibas a dejar el partido en manos de otros que respetarían tu imagen pero que te sacarían de las decisiones de partido, alejándote del Consejo de Dirección y no manejando el cotarro desde fuera, como hasta ahora has hecho?

En marzo, en el Consejo Político Nacional, yo te dije: “Decide tú cuándo te marchas, pero hazlo con elegancia y por la puerta grande”. Sin embargo, has decidido irte de la peor forma posible. También te dije, Rosa, como deportista que he sido, que sé que “una retirada a tiempo es una victoria”. Tú me replicaste con chanza, y ahora, casi un año después, vemos que tu retirada se da habiendo destrozado ilusiones y partido corazones.

Querida Rosa, podrías aparecer en los libros de Historia como la mejor política del siglo XXI, pero no lo has querido así. Eso sí, esa imagen tuya que retengo desde que yo era chiquita y que me cautivó por tu fuerza en la lucha de los derechos de los demás, esa imagen tuya de constancia y trabajo para que todos los españoles seamos iguales y podamos vivir en un estado de derecho, seguirá viva en mí.

Yo sí te perdono, Rosa Díez González.

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