Por César Sampedro Sánchez, Doctor en Historia
Leí hace tiempo el ensayo El planeta americano de Vicente Verdú, donde nos habla de la particular manera de ser de los americanos, distinta a la europea y a casi cualquier otra del orbe. Nos dice Verdú en este libro que los estadounidenses viajan muy poco y que tienen un conocimiento geográfico muy pobre, sin tener en cuenta el de su país. También vemos la apatía e incluso “desprecio” que sienten hacia el resto del mundo, y que en general, viven encerrados en sus fronteras. También nos habla el escritor de la sencillez del pueblo americano, del humor, del anti intelectualismo. Por último, el amor el dinero y la soberanía del capital.
Sale a colación el recuerdo de este ensayo por las actuales primarias en los principales partidos en EEUU, demócrata y republicano. En liza encontramos en el partido demócrata a la secretaria de Estado Hillary Clinton, con el veterano socialista (para lo que allí se considera a un socialista) Bernie Sanders. En el partido republicano impera el populismo de Donald Trump, frente a la tradición de la dinastía Bush, con el hermano Jeb que en su momento dio la victoria por el Estado de Florida en aquellas polémicas elecciones a la presidencia, a su hermano George.
Sanders ya ha comenzado cargando contra el establishment de los Clinton, y defiende representar a los americanos ordinarios. El que escribe apuesta por el programa radical de Sanders, para profundizar en las tibias medidas sociales de la era Obama. Pero tampoco nos haremos muchas ilusiones, y sí que admiraremos lo que de verdad son unas primarias.
Lo cierto es que el planeta americano ha cambiado bastante. Los blancos de origen europeo dejarán de ser mayoría en las próximas décadas y la imagen del estadounidense típico se parece cada vez más a la de una familia de origen mexicano o a la del actual presidente Obama, hijo de un negro de Kenia y de una blanca de Kansas.
Una sociedad nueva donde está calando el discurso populista y xenófobo de Trump. Su escalada retórica se desborda por días. Ha denigrado a mujeres e inválidos. Ha atacado a héroes de guerra como el senador McCain, republicano como él. En sólo tres días de campaña por varios Estados, se burló de judíos en una reunión con la Coalición de Republicanos Judíos y elogió a Sadam Husseim. Unos días después dio un paso más y propuso impedir la entrada de musulmanes a Estados Unidos, tras los atentados de París.
Su discurso es distinto a cualquiera de los candidatos del establishment. Habla sin hilo aparente, improvisado, sin papeles. Recuerda en cierta manera al monólogo de un cómico. Deja alocuciones medio hechas, mezcla asuntos en una frase, abandona un tema para regresar al cabo de media hora. Cuando lo veo por la tele me llevo las manos a la cabeza pensando en que pasaría primero en Estados Unidos con los inmigrantes, si este señor llegara alguna vez a la presidencia, y con los conflictos en el resto del mundo. Luego concluyo que personajes como Trump forman parte del planeta americano.