Los aragoneses tenemos una fama bien merecida de ser “lamineros”, lo que en Aragón significa ser amantes de los dulces. Esto se refleja en la tradición de celebrar todo con postres especiales: el manto de la virgen, el roscón de reyes, o la trenza de Almudévar.
En esta época del año, lo que entra muy bien es el chocolate con churros, una combinación que conquista estómagos, paladares y corazones por igual. Uno de los locales más icónicos de Zaragoza es La Fama, una churrería de corte tradicional que lleva desde 1949 endulzando el día a los zaragozanos.
Ubicada en la calle Prudencio, cerca de la Plaza del Pilar, La Fama es conocida por su receta clásica de churros crujientes y el chocolate espeso que los acompaña, siendo un punto de referencia en las mañanas frías o tras las celebraciones locales.
En contraste, la oferta se ha modernizado en los últimos años con propuestas innovadoras como la de Churrísimo, una churrería que ha llevado la experiencia de los churros a otro nivel.
Churrísimo está situado en el Casco Antiguo de Zaragoza, cerca de la calle don Jaime. La puerta es 'pequeñica', y fuera solo tiene dos mesas, pero al entrar, al fondo cuenta con dos estancias amplias.
La moderna tienda de churros destaca por amplia oferta de sabores y por una carta que incluye los famosos "churrolazos", churros XXL que se presentan con diversos glaseados y toppings, como Oreo y chocolate blanco.
Churros modernos y tamaño XXL
El enfoque moderno de Churrísimo ha atraído a una nueva generación de lamineros que buscan una experiencia diferente, pero con el mismo toque de tradición que caracteriza a los buenos churros en Zaragoza.
Los churrolazos, son los que tienen tamaño XXL y diferentes sabores. Han modernizado el clásico “chocolate con churros”, y ofrecen churros de Kinder, de Oreo, de Lotus, y hasta de caramel Toffe.
Aparte de los “churrolazos”, Churrísimo ofrece una variedad de productos dulces y salados que complementan su carta, como gofres, tartas y frappés. La innovación y la calidad en el servicio han hecho de este local una parada imprescindible para los amantes del dulce en Zaragoza.
La elaboración de un buen churro es todo un arte. Los maestros churreros utilizan una masa sencilla, a base de harina, agua y sal, que se mezcla hasta obtener una consistencia suave. La clave para que queden perfectos está en la temperatura del aceite, que debe estar lo suficientemente caliente para que los churros se frían rápido por fuera y queden crujientes, pero sin que se quemen.
Una vez fritos, los churros se sirven acompañados de una taza de chocolate espeso, que es casi tan importante como el churro en sí. El equilibrio entre lo crujiente del churro y la cremosidad del chocolate es lo que convierte este clásico en un verdadero placer.
En Zaragoza, durante las fiestas, la calle se llena de churrerías ambulantes, pero para la vida ordinaria la ciudad cuenta también con churrerías abiertas todo el año. La Fama, tradicional y riquísima, y Churrísimo más moderna e igual de buena. Para los amantes de los churros, esta experiencia innovadora es una cita obligada.