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10 años de la noticia más triste que ha vivido el deporte aragonés en la época reciente. Hace 10 años, el 20 de octubre de 2014, se conocía el fallecimiento de José Luis Abós. Hace 10 años Zaragoza se quedaba helada con la pérdida de uno de sus referentes, de una de sus leyendas. A los 53 años, el eterno entrenador del CAI Zaragoza se marchaba por culpa de una larga enfermedad.

Desde entonces, cada año este día se recuerda y se honra su figura como se merece. Da igual los años que pasen, José Luis Abós, 'Pepelu' es historia del baloncesto. De Zaragoza, de Aragón y de España. Así pues, jamás se olvidará todo lo que dio e hizo por el CAI Zaragoza, que con él como líder vivió sus mejores años en la élite y es el entrenador con más partidos del club.

Un ascenso a ACB, la Copa del Rey, tercer puesto en liga, Europa… Hitos históricos que hacen que su legado sea eterno, pero más allá de los éxitos cosechados, José Luis es recordado por su personalidad, por su carácter, por su honradez y por esa rasmia.

Joaquín Ruiz Lorente en un tiempo muerto junto a Abós Basket Zaragoza

Su mano derecha, Joaquín Ruiz Lorente, ha recordado a su amigo y compañero con las únicas palabras posibles. Con nostalgia, emoción y mucho cariño. Para él, que fue el entrenador ayudante de Abós durante cuatro años, además de haber jugado con él como técnico, José Luis era "pura vocación, puro amor por el baloncesto".

También lo describe como una persona "íntegra", que no tenía filtros. "Honesto y honrado" y "muy defensor de los suyos", exigente, pero un "cielo" fuera de la cancha, cuenta de Abós, con quien tenía una magnífica relación.

En ese sentido, manifiesta que además de ser su entrenador o su jefe, fue su amigo. "Ahora haría 40 años que de amistad con él. Tuvimos mucha relación, una personalidad similar, nos veíamos y hablábamos muchísimo, del baloncesto y de todo", señala.

Un gran CAI Zaragoza

Se remonta a los inicios, cuando el zaragozano jugaba "era muy bueno", reconoce. Sin embargo, pronto se pasó a los banquillos y siendo muy joven ya consiguió grandes cosas.

"A partir de ahí, él siguió entrenando con mucha ilusión. Dejó su trabajo en la empresa por dedicarse a eso, era su pasión. Le llevó a transitar en diferentes clubes y siempre donde iba conseguía estar arriba del todo en la clasificación", relata Joaquín Ruiz Lorente.

Joaquín y José Luis, después de su etapa como entrenador y jugador, pasaron a compartir el banquillo. Cuatro años que dieron para mucho. Aquellas temporadas en el CAI Zaragoza las recuerda con "ilusión y como un éxito".

"Fueron cuatro temporadas en las que José Luis consiguió ascender al equipo y llegar a jugar una semifinal. Acabamos en Liga regular terceros. Fueron años extraordinarios, consiguió algo que nunca había pasado en Zaragoza, llevar el equipo tan alto", continúa.

De esta forma, Lorente afirma que Abós fue capaz de devolver “la ilusión a la ciudad” con esos años gloriosos: “El ascenso y en poco tiempo llevar tan alto renovó todas las ilusiones. Se creó un proyecto bonito, con gente de Zaragoza, José Luis había alcanzado su madurez profesional, todo el mundo en Zaragoza se sentía muy orgulloso de lo que había conseguido”.

Pero, injusticias de la vida, Abós tuvo que apartarse los banquillos por un cáncer en agosto de 2014. Entonces, Lorente puso al mando del equipo, algo que, como describe, "fue muy complicado" y que intentó hacer lo mejor posible. "Nunca hubiese querido hacerlo, nunca había sido mi idea ser primer entrenador. Fue muy duro, había mucha tristeza en la gente, jugadores, en los directivos y el staff", relata.

A pesar de todo, Joaquín Ruiz Lorente hace hincapié en esos buenos momentos, personales y profesionales que guardará para siempre. En cuanto al baloncesto, elige dos. El ascenso con ese abrazo inmenso entre ambos. "Hubo una sonrisa, nos quitamos un peso de encima y fue muy bonito", recuerda. En segundo lugar, el partido en el que se venció al Valencia para pasar a las semifinales del playoff, un "hito histórico para el club".

Al final, los momentos y las vivencias se quedan grabadas, son imborrables, y es lo que cuenta. Por todos esos momentos, han pasado 10 años, podrán ser muchos más, pero el baloncesto zaragozano y la ciudad no se acostumbrará a vivir sin José Luis.