El juez Hurtado descarta que la exasesora de Moncloa participara en la filtración del correo de la pareja de Ayuso

El juez Ángel Hurtado ha dictado un auto en el que reconoce que no hay pruebas de que Pilar Sánchez Acera, exasesora en Moncloa, participara en la filtración del correo con la confesión de la pareja de Isabel Díaz Ayuso hace un año. El magistrado del Supremo que investiga al fiscal general reconoce que hay “fisuras” en su testimonio pero también rechaza poner en marcha una batería de diligencias, tal y como pedía Alberto González Amador, “descartada una eventual participación de ella en la presumible filtración del secreto”. “Ella no hizo público secreto alguno”, explica el magistrado sin cerrar la puerta a que sea investigada en otro procedimiento por falso testimonio y explicando que su testimonio, en cualquier caso, apuntala los indicios contra los dos fiscales imputados.
Sánchez Acera era asesora de Óscar López en Moncloa cuando, en la mañana del 14 de marzo de 2024, remitió un documento y un mensaje a Juan Lobato, entonces líder de los socialistas madrileños: la confesión de Alberto González Amador con la que su abogado, un mes antes, se había ofrecido a reconocer sus delitos fiscales y a pagar sus deudas a cambio de no pisar la cárcel. La revelación llegó a manos del juez Hurtado después de que el propio Lobato consignara esos mensajes ante un notario y fuera llamado a testificar en la causa contra el fiscal general.
Ante el juez, Sánchez Acera -hoy secretaria de organización del PSOE de Madrid- aseguró que no recordaba quién le mandó ese documento y negó que fuera un correo electrónico, sino un archivo con otro formato aunque el mismo contenido. También compareció Francesc Vallès, entonces secretario de Estado de Comunicación en el Gobierno de Pedro Sánchez, para explicar directamente que él nunca tuvo acceso a ese documento y explicar, como Sánchez Acera, que en esos días la causa contra González Amador era uno de los puntos calientes de la política española, aunque él estaba centrado en otros asuntos de mayor relevancia como las elecciones catalanas.
El magistrado deja claro que no cree que Sánchez Acera no recuerde quién le pasó ese documento, pero también explica que no hay pruebas suficientes para pensar que la exasesora de Moncloa forme parte de la cadena que, considera, terminó con la filtración de ese correo a la prensa. Hurtado rechaza la batería de diligencias que Alberto González Amador había pedido a raíz de su testifical: examinar su teléfono móvil, conservar sus llamadas y mensajes y pedior más información a las operadoras telefónicas, además de llamar a declarar a un asesor de Lobato.
“Ella lo que realiza es continuar poniendo en circulación una información que, habiendo sido confidencial, ya había sido dejado de serlo, al haber sido filtrada, aparentemente, por la Fiscalía, de manera que no era novedoso lo que transmitía”, explica el juez, convencido de que para la mañana del 14 de marzo la Fiscalía ya había filtrado ese correo. “No reveló nada”, añade. El juez no deja de plasmar sus sospechas sobre que Sánchez Acera mintió y ocultó en su declaración quién le hizo llegar el documento, una testifical que considra como un “elemento más” que apunta a que la filtración “sale, presumiblemente, de Fiscalía”.
Las respuestas de la dirigente del PSOE madrileño, reprocha Hurtado, “dejan mucho que desear”. No recordar quién le manda un documento “al que da no poca imporncia”, explica, no le parece “creíble”. “No es explicable que, siendo un documento tan significado, no pueda recordar quien se lo proporcionó”.
11