Alicante

De nuevo, como lleva ocurriendo desde hace más de una década, la Comunidad Valenciana se sitúa a la cabeza entre las autonomías donde más se practican cesáreas a las embarazadas en hospitales públicos y privados. Con un 28,3% del total, en 2020 solo se vio superada por Extremadura (29%) y Melilla (30%). Los datos del Instituto Nacional de Estadística, recogidos en este artículo de La Razón, marcan distancia entre algunas regiones del norte de España, con las que Valencia casi dobla en porcentaje, como País Vasco o Navarra (15,4%) o 10 puntos más que Asturias (18,7%). 

En el conjunto del país, el 25% de los nacimientos registrados en España acabaron con incisión quirúrgica en el abdomen y útero materno, cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) insiste una vez más que el límite óptimo en el número de cesáreas se sitúe en el 15%.

Ante estos datos, la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO) afirmaba hace unas semanas que apuestan por "reducir el uso de la cesárea, recomendada sólo cuando la salud de la embarazada y del feto se ponga en riesgo". ¿Está, por lo tanto, la Comunidad Valenciana abusando de esta práctica? 

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Le preguntamos a Susi Obiol, la presidenta de la Asociación de Matronas de la Comunidad Valenciana (COMARES). A su juicio, avanza, "se trata de una cuestión compleja que se explicaría por varios factores". Uno de los principales, señala, que no hay que olvidar, es que estos datos no están segmentados según la titularidad del hospital, presentando tasas más altas en hospitales privados que en públicos que aumentan el cómputo global.

A este respecto, el informe Estrategia de Salud Sexual y Reproductiva de la Comunitat Valenciana 2017-2021 publicado por la Conselleria de Sanidad Universal y Salud Pública establece, con datos de 2015, que en los hospitales públicos valencianos el porcentaje de cesáreas es del 23%, mientras que en los centros privados asciende al 47,7%. 

Una diferencia que Obiol atribuye a que "en la Comunidad Valenciana hay mucha cultura del parto privado". Ella recuerda que en hospitales públicos como el Doctor Peset, donde trabaja, el número de cesáreas ha disminuido 7 puntos en los últimos 6 años, pasando del 28 al 21,5%. "Tenemos protocolos para tratar de disminuir las cesáreas, es verdad que el proceso el lento, pero poco a poco van disminuyendo", afirma.

"En cambio, en un hospital privado entiendo que es más complicado que eso ocurra porque no tienen protocolos consensuados, cada profesional establece un criterio de actuación y determinado perfil de mujeres se ven más reflejadas con ese estilo de trabajo, con más intervenciones y tiempos de espera más cortos", avanza. En dichos centros se ofrece el servicio del parto programado, cuya inducción "aumenta las probabilidades de que acabe en cesárea", avisa, mientras que en el parto de inicio espontáneo, "la tasa de cesárea es inferior". 

Hacer pedagogía

"Por eso creo necesario en que hay que educar a las futuras madres en que valoren la petición de inducirles o no, porque lo cierto es que las mujeres no quieren pasar muchas horas de parto", asegura. "Es importante explicarles que, igual que esperan 9 meses de embarazo, deben entender que la dilatación y el expulsivo pueden ser largos", sobre todo en trabajos de parto inducidos, añade. 

Recuerda que una inducción al parto "pueden ser 24 horas previas con maduración cervical y luego con oxitocina puedes estar hasta 24 horas más". La gestión de estos tiempos es más difícil en la obstetricia privada.

"También sería muy importante que, al igual que las mujeres durante el embarazo se informan sobre cuestiones importantes como el porteo o la alimentación, también podrían preguntar por el sitio donde van a dar a luz y qué porcentaje de cesárea tienen", comenta; aunque para ello, reconoce, "debería de haber mucha más transparencia en los centros hospitalarios"

Edad de las embarazadas 

La presidenta de Comares apunta a otro "problema": la edad de las mujeres que entran en los paritorios es cada vez más alta, lo que implica muchas veces aumento de ciertas patologías asociadas como la preeclampsia o la diabetes gestacional. Con una tasa media de 32 años, "esto quiere decir que hay un montón de mujeres de 40, y muy pocas de 25", aclara Susi Obiol.  

"La cesárea en estos casos es más probable porque aumente las patologías del embarazo, lo que acarrea más intervención" de los sanitarios. Esta matrona entiende que solo con "políticas de conciliación para las madres a medio plazo", que no les lleve a retrasar la maternidad por cuestiones como la precariedad laboral o por no tener una vivienda, se ayudaría a resolver esta cuestión. "Porque el resultado es que el embarazo pasa a ser de riesgo", concluye. "Porque el resultado es que la añosidad aumenta el riesgo en el embarazo", concluye. 

Al final, considera que "lo que ocurre es que se está frivolizando esta cirugía, que no es una cirugía cualquiera, sino mayor". "Está claro que muchas veces salva la vida de madre y del bebé, pero es importante desmitificar que un parto vaginal tiene más riesgo que una cesárea", dice.