Alicante

Tras el aumento del consumo de pornografía durante la pandemia, llegan campañas como la de Igualdad para que se aborde en los centros educativos. Los sexólogos alicantinos destacan que en una materia compleja simplificar y criticar los males cuando no hay una educación sexual genera una desconexión entre los jóvenes.

"El hecho de estar confinados implica que ha habido momentos de mayor consumo de pornografía", explica Jorge Pérez. Él e Iracy Llinares forman parte del grupo de trabajo sobre sexualidad del colegio oficial de psicología de la Comunidad Valenciana, con sede en Alicante.

Y lo primero que puntualizan al abordar esta materia es que, "como cualquier tipo de consumo, se convierte en una adicción cuando impide que tengas relaciones en plena normalidad y dependas exclusivamente de ella para poder excitarte". Hasta el punto añade, de que "cuando te juntas cara a cara con otra persona, no hay estímulo".

Al tratar esa situación Llinares señala la idea que subyace y que le molesta: "Siempre hay una preocupación en torno a la sexualidad". Ahora "la educación sexual es hablar de los males de la pornografía" cuando antes se centraba en "si los preservativos y las infecciones". A eso contrapone que "siempre reivindicamos que vamos a hablar del crecimiento sexual contemplado en el sistema educativo".

Llegar al público

El tratamiento de la sexualidad como un área transversal hace que esta se pierda en el currículo educativo, como ya han criticado en anteriores ocasiones. Y para el caso de dirigirse a los adolescentes y hablar de la pornografía "si la charla es que vengo a decirte cuidado con ella o cuáles son los roles de género, los jóvenes no sé si sienten aludidos o si se conecta con ella".

Una desconexión que saben que sucede tanto con ese grupo como los de mayor edad que atienden en sus consultas. Para empezar porque "he vivido el que vengan diciendo que sus maridos no ven porno o no se tocan". Es decir, la falta de diálogo sobre cómo se ve este material no se limita a la adolescencia.

Iracy Llinares y Jorge Pérez apuestan por una mayor educación sexual para abordar el consumo de la pornografía.

Falta de ideas

"Los adultos no piensan que necesitan educación sexual porque ya practican sexo", apunta. Y cuando llegan a sus consultas su interés es "qué hacemos para aumentar el deseo". "La gente ya no sabe que inventar", señala, lo que suele llevar a una línea de "mejor cuantas más posturas hagas, el dónde, el cuánta gente, la duración manipulada por las sustancias... Venga, ¿qué hacemos con el sexo?".

Eso conduce a intentar "llevar a la realidad todas las fantasías de la pornografía, como por todos los agujeros". A lo que tercia Pérez que termina en que "ya no somos personas, somos agujeros" o que "los roles de género se replican en relaciones sexuales inapropiadas en muchos casos".

"Si empiezas antes, eso hace que el consumo sea más hardcore y te acostumbres a ese nivel de excitación". Esta es la cara negativa de los excesos, los que pueden producir "disfunción eréctil o falta de deseo porque han ido tolerando la intensidad de la pornografía y llegan el punto de que no hace efecto".

La respuesta profesional en su caso se dirige a "analizar qué hay detrás de ese comportamiento porque a lo mejor me resulta más fácil ver vídeos que relacionarme con otra persona". Una de las claves, en opinión de Llinares está en "ver la autoestima, cómo se siente, qué pasa ahí". De ahí a "que sea la propia persona la que diga que es un problema porque tienes que querer llegar a verlo así".

Nuevas visiones

Mucho antes de eso está la negación ante la posibilidad de que el consumo pueda alcanzar cotas negativas. Primero, por lo fácil que es encontrarlo. "Las redes sociales han hecho que se universalice todo", afirma Pérez, "ahora tú abre Twitter y te lo encuentras". Y lo primero que se consigue con ello es curiosidad: "Puedes ver muchos roles y diversidad, con lo que ahí te puedes estar reconociendo", añade Llinares.

En ese interés, la psicóloga remarca la diferencia de género. "Culturalmente y socialmente tenemos asociado que la pornografía la consume el hombre, que se excita con ella. Y parece ser que la mujer se fija en el comportamiento, ver qué excita al hombre". Por eso destaca que criminalizar la pornografía tiene un alcance limitado. "Se está llegando a echar el puro: ¿qué me cuentas de que la pornografía es mala? ¿No es real? ¿Cómo que no? Y ahora la estoy viendo y yo me excito".

De ahí que ambos insistan en la importancia de tratar este tema a fondo. "Si hay una serie de valores, lo alimentas en la buena dirección. Se tiene que ver en los valores del respeto. Por eso reivindicamos que el enfoque no sea el miedo y el peligro, nosotros dos decimos que ese enfoque desde el miedo o que cuidado con no sé qué, ya nos gustaría tener la oportunidad de desarrollar un contenido adecuado y suficiente de horas".

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