La lepra todavía existe. Al año se diagnostican más de 220.000 casos en todo el mundo, y aunque en España dejó de ser un problema a principios de la década de los 80, todavía hay países que no han conseguido erradicarla.
India, Brasil e Indonesia concentran las cifras más altas de contagios. Por no hablar de África, donde en la mayoría de los países no se conoce el número exacto de los enfermos. Por suerte, hoy en día hay cura, y con un diagnóstico precoz y el tratamiento adecuado las secuelas pueden ser casi inexistentes.
La fundación Fontilles en La Vall de Laguar (Alicante) tuvo un papel fundamental en la eliminación de lepra en España. Ahora, la organización trabaja por mejorar la salud de las personas más vulnerables de todo el mundo.
La historia de Fontilles comienza en 1909 con la apertura del Sanatorio, un establecimiento que acoge en sus inicios a más de 3.000 personas. A diferencia de las leproserías de la época, el complejo se convierte en el hogar de miles de enfermos que son atendidos y tratados con dignidad.
El muro del estigma
Los vecinos de La Vall de Laguar y alrededores protestaron por la localización del centro. El miedo y el desconocimiento hacia la enfermedad lleva a la organización del sanatorio a construir una muralla de 3 kilómetros de recorrido para aislarlo del exterior. Hoy en día, los vestigios de la pared recuerdan el estigma al que se enfrentaron los enfermos.
Entre 1930 y 1940, el sanatorio cuenta con alrededor de 400 personas que residen allí como si se tratase de un pequeño pueblo. Por aquel entonces, Fontilles cuenta con panadería, carpintería, herrería, imprenta, peluquería y hasta un bar propio donde poder relacionarse con los demás.
En 1945, el sanatorio comienza a utilizar la sulfona, un compuesto que detiene el avance de la lepra. Dos años más tarde, Fontilles comienza a impartir los cursos internacionales de leprología. "La formación es aún uno de los pilares de nuestro trabajo", explican desde su organización.
No es hasta 1982, cuando la Organización Mundial de la Salud aconseja el uso de la multiterapia, que consiste en la administración de tres medicamentos que curan la lepra (dapsona, rifampicina y clofazimina). En 1986, se pone en marcha el primer proyecto de cooperación internacional en India, uno de los países más afectados.
En 1998 se abre el Centro Geriátrico Borja, un complejo para atender a personas mayores con altos grados de dependencia. Para el año 2010, cuentan además con el Hospital Ferrís, un centro que trata a personas que precisan de cuidados postoperatorios.
La directora de comunicación de Fontilles, Yolanda Sanchís, habla de que el año 2020 no ha sido un año sencillo para ellos, pero que en el centro han seguido trabajando contra la lepra y otras enfermedades 'olvidadas', y sobre todo para proteger a sus residentes. Algunas personas que padecieron lepra y fueron tratados en Fontilles han regresado con el paso del tiempo al centro. Aunque están curados, ven el sanatorio como su casa, y al resto de residentes y personal sanitario como su familia.
Desmintiendo mitos
La lepra es una enfermedad neurocutánea que afecta a la piel y al sistema nervioso periférico. Las manchas son uno de los rasgos más característicos de la enfermedad. Sin embargo, también puede llegar a producir alteraciones en la movilidad, produciendo incluso diferentes discapacidades en la persona. Las manchas son las primeras en aparecer. Los enfermos "no les dan importancia porque no duelen", explica el director médico del centro, José Ramón Gómez.
La forma más habitual de contagio se produce a través de vía respiratoria por una persona contagiada (que no está tratada). Gómez quiere dejar claro que con la medicación, el enfermo deja de ser transmisor. Hoy en día todavía se cree que la lepra es extremadamente contagiosa, pero tampoco es cierto. "La mayoría de nosotros tenemos un sistema defensivo que lucha contra la enfermedad y no vamos a desarrollarla". Tampoco es hereditaria. "La lepra no se hereda, no. Pero sí se puede heredar la predisposición a desarrollarla", explica.
A la lepra le gusta la pobreza. La enfermedad se desenvuelve bien en ambientes de exclusión, donde la falta de salubridad, la mala alimentación y el hacinamiento son el factor común. Por eso no es una coincidencia que en los países con mayor índice de pobreza, también se encuentren las cifras más altas de contagios. Durante el año 2020 se notificaron al Registro Estatal de Lepra en España 2 casos incidentes.
Como conclusión, "la lepra si se diagnostica pronto y se diagnostica bien, se cura. Por eso, hay que diagnosticarla pronto", concluye el director médico.