Que no llueve en Alicante se ve a simple vista, pero las consecuencias de la falta de agua son más complejas para muchos sectores, sobre todo los agricultores. Los vinícultores alertan de una situación extrema por sequía que pone en riesgo las cosechas, reduce los beneficios, perjudica el sabor y tienta a los propietarios a dejar sus tierras.
Esta semana saltaba la noticia de que Freixenet ha presentado un ERTE para más de 600 empleados por la difícil situación a causa de las escasas precipitaciones en Cataluña. En la provincia la cosa no va mejor, ya que lleva cerca de un año sin llover en las comarcas donde se hace vino.
Para el gerente de Vinos de Alicante Denominación de Origen Protegida (DOP), Eladio Martín Aniorte, se está atravesando una "sequía gravísima" que hará que esta temporada se registre un récord de mínimos en cuanto a producción tanto en uva blanca como en tinta.
La pasada campaña ya fue desastrosa, con un 30 % menos de uva que en otros años, pero el agua no cae desde hace tres temporadas lo que debería de hacerlo y el problema va a más.
El cultivo en Alicante se basa en un modelo de adaptación que suele aguantar los tiempos duros. "No somos como los Ribera del Duero, Rioja o Cataluña, que están en zonas húmedas, somos un viñedo de secano tradicional, un viñedo histórico con capacidad de supervivencia, especialmente por la monastrell, que es modélica", señala Martín.
Hay investigadores que llegan para estudiar la resistencia casi titánica de los frutos alicantinos, pero todo tiene un límite y, en palabras del experto, "ya estamos en un nivel muy grave, la monastrell puede aguantar, pero rozamos umbrales de mucha alerta".
La Marina Alta sufre
Esto ha hecho que en los últimos años el secano tradicional alicantino se haya reconvertido a regadío en zonas del Vinalopó para tratar de sostener el viñedo, pero el precio del agua está subiendo debido a la escasez.
El gerente de Vinos de Alicante señala que la peor parte se la está llevando la Marina Alta. El cultivo en el norte de la provincia se hace en valles sin acequias, por lo que depende de la humedad del mar y de las nubes para sobrevivir. "El caso de la Marina Alta es extremadamente grave porque si no hay lluvia, no riega nadie", expresa.
Además, el calor y la falta de agua hacen que la uva madure antes de tiempo, lo que anticipa su cosecha. "Las vendimias se hacen a mitad de agosto y el año pasado se adelantó la recogida a la segunda quincena de julio", recuerda Martín, quien sostiene que "hasta septiembre puede llover, pero esperamos una campaña también pequeña".
Efectos en el sabor
El precio del vino puede inflarse ligeramente al haber menos uva pero mantener una buena demanda, sobre todo, por el incremento del precio del agua de regadío. El paladar, al igual que el bolsillo, pueden notar los efectos de la sequía.
Los factores climáticos se traducen en un vino de peor calidad. Eladio Martín indica que "influye en que la planta puede salir más pequeña, con menos carga alcohólica, con menos azúcar, y eso afecta a la maduración".
Dependiendo de los hectogrados y del color, se paga más o menos por la uva. Y las mejores uvas, con más grados, necesitan un periodo de maduración más largo, es decir, con más agua. Además, la sequía también determina el nivel de tostado que tiene la piel. "En el vino lo es todo, es como nuestra piel, si está muy tostada y el interior está verde, ahí hay un desequilibrio", añade.
Medidas urgentes
Desde el sector están procupados por la pasividad de la Generalitat Valenciana en cuanto a que no da ninguna repuesta para paliar la crisis del campo valenciano, como sí se ha hecho en otros territorios. Desde Vinos de Alicante creen que la clave está en concienciar sobre el uso responsable del agua, así como dar ayudas a los agricultores.
"Debería haber medidas de ahorro de agua, tendría que haber priorización en el uso para la agricultura y algún tipo de previsión teniendo en cuenta la situación de la Marina Alta. El sector del vino está muy desamparado en la Comunitat Valenciana, no hay políticas concretas como en el caso de los cítricos, somos más independientes", lamenta el especialista.
Todo ello hace que año tras año más agricultores dejen sus cultivos por la poca rentabilidad que sacan de la uva. En el Vinalopó, los productores se ven tentados a aceptar las ofertas de grandes empresas de placas solares, que pagan por los arrendamientos incluso antes de tener la declaración para el proyecto. La avanzada edad de los agricultores también hace que se vean arrastrados por la sequía, que es "un acelerador del abandono", sentencia Martín.