La Navidad de Cuba en 1962 iba a ser más dulce. Ese era el propósito con el que la reciente dictadura de Fidel Castro quería que pasara el cálido diciembre en la isla. Ese año encargó la compra de turrón de Jijona a los fabricantes de esta localidad en las montañas de Alicante para que cada cubano tuviera su dulce pastilla y revolucionó el sector durante casi una década. Un impacto que aún perdura, como destacan los profesionales del sector.
Ahora son seis décadas las que han pasado desde que llegara a Madrid la delegación cubana para encargar el pedido oficial que cambiaría la historia de la localidad por el impacto que supuso. Como recoge el especialista Fernando Galiana Carbonell en sus Anales y documentos sobre el turrón de Jijona, "en aquel tiempo, Jijona entera se moviliza, trabaja noche y día y los pedidos son embarcados en su fecha y cobrados religiosamente en el momento de haberse estibado en las bodegas de aquel navío".
La isla de Cuba tenía en aquella época casi siete millones y medio de habitantes. Abastecer a todos ellos, además de lo que se tenía que seguir vendiendo para satisfacer la demanda en España, transformó Xixona. Fue un "periodo de verdadera prosperidad", como describe Galiana Carbonell, "que permitió la modernización y adecuación a los tiempos de muchas empresas".
[¿Por qué la Navidad empieza en noviembre? El turrón de Jijona tiene la respuesta]
La relación entre La Habana y Xixona no surgía de la nada. La asociación entre las Navidades y el dulce de almendra, miel y azúcar venía de siglos atrás, como señalan desde la IGP Jijona. Y con la independencia del país, en el siglo XX siguió la venta y el consumo del turrón hasta el punto de que se construyeron varias fábricas en la isla en ciudades como Santiago de Cuba, Guanabacoa y la capital.
La dictadura del coronel Batista fue un periodo de expansión para el negociado jijonenco, como indica Galiana. Cuando esta cayó en 1959 con la llegada de Fidel Castro al poder, aquello se trastocó. Fábricas como la de Sirvent Pla Hermanos fueron incautadas por el régimen comunista. El negocio parecía haber terminado.
Y, tres años después, llegó ese famoso pedido con que Castro apoyaba la imagen de una Navidad y de un símbolo como el turrón. Con ello se disparaba el negocio de nuevo.
En 1964, hasta la prensa en Huelva recogía que “Puerto Rico y Cuba eran nuestros mejores compradores”, como indicaba el diario Odiel. Y fue así hasta el punto de que “desde septiembre está saliendo sin cesar turrón del puerto de Alicante”. Incluso el Gobierno de Castro tenía en la España de Franco “un comité consular que está trabajando ininterrumpidamente para llevar a cabo a feliz término no solo la operación turronera, sino otras tan capitales como el juguete y las alfombras”.
La estabilidad no sería una palabra a la que pudieran aferrarse durante los primeros años del régimen comunista. El país vivió la fracasada invasión de Estados Unidos en 1961 y la crisis de los misiles nucleares soviéticos al año siguiente. Entre el 62 y el 65, la relación con los turroneros alicantinos creció, justo cuando Washington inició el embargo comercial entre ambos países.
Y a mitad de la década cambió. El periódico ABC recogía en 1965 al hacer un reportaje sobre este dulce que “Cuba ha reducido la importación en un volumen extraordinario” sin entrar en más detalles.
A pesar de ello, Galiana, escribió que las relaciones fueron "muy cálidas y de frecuente trato". Tanto es así que el Gobierno cubano invitó en 1967 a los productores jijonencos al país. Los pedidos seguían tramitándose entre ambos países y con ello el trabajo a destajo en las fábricas de Xixona.
Hasta 1969. La Navidad desaparecía como festivo de Cuba. Y con ello, disminuía la demanda de turrón. En 1970 se produce una segunda visita de los productores a la isla y a diferencia de tres años antes, saben que el fin de un pedido histórico está cerca.
En 1971 se hacía oficial y no se realizó ya ningún pedido. Había terminado un episodio que había transformado en menos de una década la industria en Xixona. "Hoy en día", explica Alexis Verdú de la IGP Jijona, "todavía Cuba es uno de los principales países donde exportamos turrón". De esta forma sienten que se recoge "el legado y la predilección de su gente por nuestros turrones, consecuencia de este hito industrial".