La campaña de la clóchina del Puerto de Valencia concluye estos días con una producción de 1.200 toneladas y este año está de suerte porque tiene sucesora. Es el primer año de producción de la clóchina de Santa Pola, prácticamente igual por las condiciones de salinidad del mar, que se venderá en la provincia de Valencia en cuanto termine la comercialización propia.
La clóchina se diferencia del mejillón por su menor tamaño, una tonalidad más suave y por un sabor más intenso. Entre sus propiedades nutricionales destaca que es rica en vitaminas, calcio, hierro, potasio, fósforo, magnesio y Omega 3.
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La singularidad de este bivalvo valenciano con respecto al de otras partes del Mediterráneo o al mejillón reside en la salinidad de las aguas donde crece y a su estacionalidad.
A la hora de la compra, la Agrupación advierte del distintivo exclusivo de la marca de calidad de la Comunidad Valenciana, ya que en ocasiones llegan a los mercados clóchinas de otras procedencias que se disfrazan con etiquetas con señeras valencianas y logotipos que llevan al engaño del consumidor.
El origen de esta actividad en tierras valencianas se remonta al siglo XIX, cuando en el Puerto de València se instalan las bateas clochineras, auténticos barcos amarrados al fondo y con una cubierta modificada para las labores de la clóchina, según fuentes de la Agrupación de Clochineros.
Este molusco que se cultiva a partir de 15 metros en aguas de Santa Pola (Alicante) ya se comercializa en Alicante y Murcia y esta semana podrá venderse en la provincia de Valencia, lo que permitirá alargar la campaña de Clóchina de Valencia, según ha informado a Efe el presidente de la Agrupación de Clochineros del Puerto de Valencia y Sagunto, José Luis Peiró.
La concesión de Santa Pola, que comenzó por captación natural y consiste en viveros en alta mar, tiene una producción de 70 toneladas, que se duplicarán el año que viene a 135 o 150 toneladas, según las previsiones.
Junto con Sagunto (Valencia), que cuenta con un vivero que produce entre 40 y 50 toneladas, son los tres puntos de producción de clóchina en la Comunidad Valenciana, que se consume mayoritariamente en Valencia -entre el 85 y el 90 % del total- pero cada día se vende más en Alicante y Murcia en supermercados de marca valenciana (Consum y Masymas), y también en Madrid y Barcelona a través de mercados mayoristas.
El aumento de la temperatura del mar
La boya de Valencia alcanzó el pasado martes un máximo histórico de temperatura del mar de 29,72 grados, si bien Peiró ha señalado que en principio a la clóchina le afecta poco este aumento de temperatura porque entiende que se mide en superficie y este molusco se coloca a siete metros bajo el agua en València, donde los valores se sitúan entre 16-17 grados durante todo el año y 26 en los meses de calor.
Además, señala que el fin de la campaña actual se producirá este mismo lunes o martes desde su inicio a finales de marzo o principios de abril, por lo que ese aumento histórico se ha producido cuatro o cinco meses después del inicio de la campaña.
No obstante, Peiró indica que sí se produce algo más de mortalidad por la temperatura y apunta que con 23 o 24 grados la clóchina toma más alimentos del agua al haber más plancton, por lo que esa temperatura es "la ideal".
En las clochineras del Puerto de Valencia hay 16 bateas instaladas y en ellas trabajan unas 30 personas. Son empresas familiares en su mayoría excepto un grupo de 13 viveros que opera Clóchinas Navarro y que cuenta con una depuradora en Beniparrell de la que salen limpias y listas para cocinar.