Las organizaciones empresariales de la provincia de Alicante, como la CEV o la Cámara de Comercio, llevan décadas exigiendo inversiones del Gobierno central en la modernización de la A-31, la autovía que conecta la provincia con la Meseta a través de Albacete y con destino a Madrid. Entre otras cosas, se centran en la necesidad de un tercer carril por sentido entre Elda y Monforte del Cid que hace años ya cifraban en un coste de 162 millones de euros.
Pero ¿por qué se ha quedado obsoleta la autovía en varios tramos? ¿Cuándo y con qué criterios de construyó y se abrió al tráfico rodado? ¿Es necesario cambiar el trazado de algunos de sus tramos?
Hasta finales de los años 80 el viaje entre Alicante y Madrid -y viceversa- en vehículo particular se hacía por una carretera general, la N-330 hasta Almansa (Albacete). A partir de ahí se enlazaba con la N-430 (Badajoz-Valencia) hasta Albacete y desde la capital manchega era necesario atravesar Castilla mediante la N-301 hasta Ocaña. De Ocaña dirigirse a Aranjuez, y ya en la provincia de Madrid generalmente usar la antigua N-IV (carretera de Andalucía) para llegar a la urbe.
Se trataba de un trayecto de más de 7 horas atravesando pequeños municipios que en gran parte vivían del tránsito de los turistas hacia la playa y la capital de España, como Las Pedroñeras (conocido por sus ajos que se vendían en pequeños puestos en las cunetas), San Clemente o La Roda, que todavía hoy sigue siendo la mitad del viaje y donde era tradicional parar a tomar un bocadillo.
Los múltiples atascos en las operaciones "salida" o "entrada" hizo que la construcción de una autovía entre Madrid y Alicante fuese una prioridad del Gobierno. La siniestralidad por saturación de las vías en algunos tramos también resultaba escandalosa. Por eso, la actual A-31 es una de las denominadas "autovías de primera generación" dentro del Plan General de Carreteras 1984-1991.
El ministro socialista de Obras Públicas y Urbanismo, Javier Sáenz de Cosculluela, inauguró en marzo de 1989 seis de los siete tramos en que se dividió la autovía Almansa-Alicante (enmarcada dentro de la denominada autovía de Levante, Madrid-Alicante-Valencia). Costó 9.675 millones de pesetas de la época para 78,6 kilómetros, con lo que cada kilómetro costó 128 millones de pesetas construirlo.
Según publicaciones de la época, como la de Sociedad Alicantina de Congresos y Servicios (ALCOS), se tuvieron que pagar 455 millones de pesetas solo para expropiaciones de terrenos, siendo el tramo de El Rebolledo-Alicante el que cifró las más cuantiosas indemnizaciones. Pero el principal obstáculo geográfico fue la realización del túnel de Villena que permitía la circunvalación de la capital del Alto Vinalopó.
La utilización del trazado de N-330 para la construcción de la A-31 provocó que en estos tramos de la provincia de Alicante aún pervivan curvas peligrosas que no tendrían sentido en una autovía más moderna. Y algunas de éstas, son las que llevan años reivindicando asociaciones y empresarios, su modificación.
La autovía hasta Madrid no quedaría terminada completamente hasta mediados de los años 90. En el año 1995 se terminó con el actual acceso al Puerto de Alicante. Previamente en 1992 hubo otras inauguraciones de tramos.