Alicante

El fotógrafo Manuel Lorenzo ha recorrido las carreteras más salvajes del planeta. Todo por llegar con su Harley Davidson hasta el círculo polar ártico. Y siempre partiendo desde la ciudad de Alicante. Unas aventuras que espera registrar en el récord Guinness por haber cruzado Europa hasta el cabo norte, luego Siberia y, por último, América.

Y tiene muy clara una opinión sobre cada continente: "Europa es Disneylandia, ¡Viva Rusia! y Estados Unidos es el infierno". Cada uno de estos comentarios resume muy brevemente lo que han sido las experiencias que ha tenido al volante de su motocicleta.

La última de ellas le ha llevado desde Perú hasta Alaska y de allí a Florida. Un muy largo camino que empezaba mal porque quería rescatar a su cerda, el apodo con que se conocen a las Harley. Se había quedado atrapada en sudamérica mientras él tuvo que volver a España, con ella de nuevo pensaba cruzar toda la costa oeste de Norteamérica.

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Ese trayecto lo había planificado para poder cubrirlo en un mes o mes y medio. Finalmente, fueron tres a lomo de su motocicleta porque se le fueron acumulando retrasos, una grave avería y otras pequeñas desgracias.

"Tardé una semana en salir de Perú porque allí tenía la moto rota y estuve negociando para que no me la embargaran", cuenta mientras se toma una pinta de cerveza en un bar de la plaza Luceros. Cuando esto estaba resuelto, se encontró con que "entre Perú y Ecuador tuve problemas porque el agente intercambió las fechas", aunque ahí contó con la casualidad de que los agentes aduaneros se conocían y pudo explicar la confusión antes de tener que dormir en la montaña al raso.

Eso le evitó verse atrapado en los sobornos, o coimas, como allí los llaman. "Un desastre" que se repetía "sistemáticamente". En otros casos era la aparente falta de control la que generaba inseguridades para cruzar las fronteras de Centroamérica. "Eso era mi día a día". 

Manuel Lorenzo a su vuelta de recorrer medio mundo con su moto.

Su objetivo era conseguir el récord Guinness. 50.000 kilómetros en moto después, aún lo espera. Lorenzo se enorgullece de que nadie ha hecho esos trayectos en los tres continentes para llegar hasta el círculo polar ártico. "Nadie ha hecho esto en solitario", reitera.

Y comparar esos viajes le permite ver que la solidaridad motera la encontró en Siberia y en Latinoamérica. En Alaska, cuando se le rompió la correa de su Harley descubrió que le había pasado "en el peor sitio del planeta porque está abandonado". "Es el Estado más grande", recalca, "pero es tan difícil y tan caro llegar allí porque las condiciones climáticas son brutales que todo es híper caro".

En Rusia también tuvo un problema técnico, pero la comunidad motera atraída por el extranjero del que habían oído hablar que quería cruzar el país, le ayudó sin pensarlo porque supieron crear la pieza nueva del embrague. "Había un nivel de solidaridad y compañerismo que en Estados Unidos no existe. Allí, no money, no help", resume.

Cada semana perdida le complicaba el viaje para llegar a la parte más septentronial, a pesar de que fuera en verano. Incluso así, siente la ambivalencia de haber vivido los extremos. "Me ha sorprendido gratamente porque es en el que más estereotipos me he encontrado de todo el continente. Era como estar en un episodio de Los Simpson, con esos tópicos humanos y paisajísticos que no los he visto en el planeta".