Alicante

La suciedad que reina en el medio natural no es nueva. Playas, ríos, afluentes... la basura está presente en cualquier rincón del planeta. Se trata de un problema que, lejos de solucionarse, sigue enquistado. Para muestra, un vídeo que da buena cuenta de la falta de concienciación ambiental en la Vega Baja, comarca alicantina donde las acequias conducen el agua para el riego de la huerta, cuya producción agrícola es uno de los principales motores económicos de la provincia... y sirven de contenedor de la basura.  

Subido en la tarde de este lunes por el portal MeteOrihuela que dirige el meteorólogo Pedro José Gómez Cascales, quien colabora con este medio de manera asidua, se ha hecho viral en pocas horas. Grabado y cedido por Manuel Pérez, se capta el momento recogido el pasado domingo en el que se abre el canal que pasa por las afueras localidad de Callosa de Segura y, donde se espera que salga agua, se ve de avanzadilla decenas de latas de cerveza; no de otros refrescos o envases de alimentos o deshechos agrícolas, única y exclusivamente cervezas.  

Se trata de un vídeo que esconde una explicación, avanza para EL ESPAÑOL De Alicante Francisco Mora Gómez, presidente HuerGur, asociación dedicada a la defensa y conservación de la huerta tradicional de la Vega Baja. "Lo que recoge el vídeo no es basura agrícola, como botellas de fertilizante, es basura urbana", comenta con resignación. Y es que, pese a tratarse de una zona de campo, el origen está en la ciudad, asegura. "En las actividades de recogida de toneladas de basura que llevamos haciendo desde hace años en la huerta, monte o playa de toda la Vega Baja, nos hemos dado cuenta de que la mayoría de los residuos son de naturaleza urbana", añade. 

"En la Vega Baja hemos conseguido, y es algo peculiar, que muchas de las acequias y azarbes se mantengan a cielo abierto", prosigue en su explicación. "Lo más sencillo sería taparlo, hormigonarlo, pero hemos hecho un esfuerzo ambiental y conseguido mantenerlo así porque son un simbolo de nuestra huerta, que es patrimonio agrario y artístico", afirma tras aclarar que también tiene ventajas ambientales. 

Sin embargo, la mala educación y falta de conciencia está llevando a la comarca al desastre medioambiental. "Es cuando esos cauces a cielo abierto cruzan las zonas urbanas, como en San Fulgencio donde las casas están encima del canal de riego, que los usan como estercolero", aduce.

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Incluso podría tratarse de un comportamiento "cultural" propio de las costumbres "históricas", defiende. "Nuestros antepasados tiraban los restos a la acequia porque eran cosas orgánicas como el huevo o la carne, pero tenía un sentido porque iba a hacer de fertilizante a las tierras y si encontraban por ejemplo un trozo de cartón se lo guardaban para hacer fuego", esgrime. 

Con todo, confiesa que desde la organización que preside, han luchado durante años "para que los pueblos pongan redes de contención con la finalidad de que no traspase la basura, pero los Ayuntamiento no lo hacen porque no les da la gana, escudándose en que no es de su competencia", denuncia. 

Al final, Guardamar como último municipio por donde pasa el río Segura antes de llegar al mar se lleva la peor parte de la contaminación, asume. A su juicio, otra vía para solucionar el problema pasaría por fomentar la recogida de botes y botellas "con incentivos económicos" como se hace en países del norte de Europa. "Agricultores de la zona me dicen que, de jóvenes, la botella de cristal la devolvían a cambio de algo de dinero y estoy convencido de que hoy en día, dando como incentivo un céntimo, los agricultores devolverían los envases agrarios y la gente las latas", evitando imágenes como la de este domingo. 

Porque al final, el impacto ambiental de estas malas prácticas "terminará en las playas como microplásticos y afectará a la otra fuente de ingresos de la Vega Baja, el turismo y luego vendrán las lamentaciones", previene.