"Aquí mis hijos son felices", afirma Paula Micó Martiarena. Esta valenciana, de 41 años, se mudó junto a su marido y sus dos hijos a vivir a El Toro, una localidad de Castellón que cuenta con 238 habitantes.
La familia residía en Almenara, pero los problemas de su hijo Eiden, de 8 años, en el colegio les hicieron replantearse su modo de vida y también la educación de sus hijos. En el anterior centro educativo, los profesores le decían a Paula que su hijo era un niño "muy movido, que se portaba mal". "Yo solo quería un diagnóstico porque sabía que le pasaba algo, pero no me lo quisieron dar". Desde que la familia está en el pueblo el rendimiento escolar del pequeño ha mejorado, y ahora está diagnosticado con un trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH).
La opinión de Naiara, la hermana de 10 años de Eiden con dislexia, también era importante. "Mi hija solo me puso una condición, que nos fuéramos a un pueblo donde nevase". Pero no fue la única razón por la que decidieron mudarse a esta localidad del Alto Palencia. De pequeña, Paula pertenecía a los 'scout', un movimiento que busca educar a los niños con valores en los que prima la naturaleza y el aire libre.
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Boda en El Molinar
"El destino parecía haberme traído hasta aquí". Según cuenta la valenciana a EL ESPAÑOL de Alicante, en una de esas excursiones visitaron la zona de Bejís, que está próxima a El Toro. Y casi sin darse cuenta de ese pequeño detalle, unos años después terminaría casándose en la pedanía de El Molinar con su actual pareja, Juan José, de 42 años.
Paula nos atiende por teléfono mientras pasea y observa cómo sus hijos juegan curiosos con otros niños en el parque de la localidad. La valenciana tiene otra hija, de 19 años, aunque no reside con ellos porque "le gusta más la ciudad". En cuanto a la educación de los pequeños, asisten a la escuela pública de El Toro, desde la que reciben cien euros mensuales por cada niño de hasta doce años escolarizado, una ayuda con la que el Ayuntamiento pretende combatir la despoblación.
Otra de las ventajas de El Toro es que desde el Consistorio les han ayudado a buscar una vivienda de alquiler, ya que tal y como cuenta Paula actualmente "hay casas en venta", pero no muchas para arrendar. Aunque en los últimos meses se está creando una base de datos con información de propietarios que están dispuestos a alquilar una vivienda a nuevos vecinos. Y la familia de Paula, no ha sido la única en llegar en el último año, ya que otras seis familias de refugiados ucranianos se han trasladado a vivir allí.
Asador, tienda y farmacia...
Por su parte, Juan José trabaja entre semana en una fábrica de mármol de la localidad y los fines de semana en la brasería El Toro. No es el único establecimiento abierto. Sus vecinos también disponen de un pequeño supermercado de barrio y una farmacia. Aunque cuando la familia tiene que hacer una compra grande se mueven a Teruel, a 20 minutos en coche. "No estamos aislados porque tenemos otras localidades muy cerca", explica Micó.
En definitiva, esta familia se queda en El Toro porque de él les gusta "todo", su "tranquilidad" y su "calidad de vida". "No lo cambio por nada", concluye Paula.