Un patinete eléctrico, una televisión, un robot de limpieza o teléfonos móviles. Ese es el botín que la Policía Nacional ha encontrado en la casa de un joven de 20 años acusado de vender los paquetes que no entregaba en su trabajo como repartidor en Alicante.
La investigación se inició a raíz de una denuncia interpuesta por una mujer que había comprado un lingote de oro valorado en mil doscientos euros que iba a recibir a través de paquetería en su domicilio. En ella explicaba su sorpresa al llegarle el mensaje que anunciaba que el reparto se había cumplido con éxito cuando este no se había producido.
La compradora se puso en contacto con la empresa de paquetería encargada del reparto para averiguar qué había pasado. Esta le explicó que según el repartidor encargado el paquete se había depositado en su buzón al no encontrarse en su domicilio después de solicitar autorización para hacerlo así. La mujer respondió que en ningún momento le había llamado ningún repartidor y, por tanto, tampoco había dado consentimiento para que se lo dejasen en su buzón.
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Los agentes del grupo de investigación de la Comisaría de Alicante-Norte iniciaron una investigación a partir de la denuncia. Su primer paso fue tomar declaración en la empresa de reparto al repartidor de la mercancía y al responsable de la empresa. Además, solicitaron las imágenes de las cámaras de seguridad de la urbanización donde estaba la vivienda.
El responsable de la empresa de reparto aportó los datos relacionados con la supuesta entrega realizada por el repartidor, a lo que sumó más efectos destinados a reparto y que al parecer habían desaparecido. Y ahí, según el comunicado de la Policía, contó que tenía sospechas de que pudiera haber sido el mismo repartidor el responsable de tales desapariciones.
El empresario entregó el plan de formación en el que especifican cómo se debe actuar cuando el cliente no se encuentra en su domicilio. Según este documento, el repartidor se contradecía con lo que había declarado. Y esa no fue la única de las contradicciones que se encontraron. El responsable de la empresa les entregó la certificación de que el repartidor en ningún momento se había puesto en contacto telefónicamente con la víctima, tal y como la compradora del lingote de oro de veinte gramos.
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La investigación acabó de despejarse cuando se comprobó que el investigado tenía varios perfiles en una página de compra y venta en línea de objetos de segunda mano, donde ofrecía productos a la venta que coincidían con los que habían sido denunciados como desaparecidos por el responsable de la empresa de paquetería. En una de las fotografías se podía relacionar incluso una de las ventas directamente con el investigado.
Los agentes localizaron y detuvieron al repartidor. En el registro de su domicilio fue cuando encontraron varios paquetes aún sin abrir dirigidos a destinatarios que no tenían nada que ver con el detenido. Entre tales efectos había, teléfonos móviles, productos de alimentación y bebida, ropa, un robot de limpieza, un patinete eléctrico, mobiliario y una televisión, que fueron intervenidos y entregados a sus legítimos propietarios. Sin embargo, otros efectos no pudieron ser recuperados puesto que ya los había vendido a través de diferentes canales de venta.
En cuanto al montante económico de los efectos que, presuntamente, el repartidor había sustraído de la empresa, el responsable de la misma declaró que era cercano a los cinco mil euros. El detenido, de 20 años de edad, fue puesto a disposición del Juzgado de Instrucción de guardia de la misma localidad.