La aerofobia es un miedo que se manifiesta en época de vacaciones, como en la que nos encontramos, cuando las personas planean sus viajes y, en algunos casos, desechan el transporte aéreo por la ansiedad que les genera imaginarse en él.
Se trata de un problema de altura, como señalan los numerosos estudios que existen. Algunos como el elaborado por la Universitat de les Illes Balears, concluye que la fobia a ir en avión afecta a cerca del 10% de la población, mientras que un 18% presenta algunos síntomas de ansiedad. Otro, como el realizado por Müller-Orstein y Baumeister, especialistas en Psiquiatría y Psicoterapia, de Munich, eleva a un 30% la aviofobia, como también es conocida.
Frente al miedo a la altura, la solución pasa por bajar la razón a la tierra. O ese es, al menos, es el método de Lourdes Carmona, una experimentada piloto de Elche que lleva desde 2016 ayudando a la gente a superar este miedo. "Todo empezó en las redes sociales, primero en Facebook, luego ya en Instagram, cuando contactaba conmigo gente interesada en hacer un curso", cuenta esta profesional, que empezó la formación en 1996 y entró a trabajar en líneas aéreas en 2004.
Pero para ella poder ayudar, primero necesitaba sentirse preparada. Y eso fue posible gracias a la formación que recibió en 'Líder de Transformación en Potencial Humano', que imparte el coach Jack Canfield en Estados Unidos, donde acudió para recibir estas herramientas en 2014. "Estuve un año con él tras seleccionar a 100 personas para su formación; al final solo hicimos el curso 75 y nos graduamos 50", rememora.
Así, con esas tablas, Carmona echó a volar un curso que tiene como finalidad "que las personas se familiaricen con el medio aeronáutico". "A mis cursos ha venido gente que nunca ha volado y que presenta un evidente miedo", avanza, "y otras que ante esta fobia se están medicando; a estas últimas les digo que no puedo ayudarles", avisa.
"No soy ni psiquiatra ni médica, es una parcela donde no entro, por lo que antes de apuntarse al curso les hago una entrevista personal para conocer el caso concreto, y valorar así si el curso les puede ayudar o no", se sincera.
Jóvenes entre 30 y 35 años
Como señalan diferentes estudios, el miedo a volar afecta de forma principal a las personas que tienen entre 30 y 35 años. Es el perfil que más se está encontrando Lourdes Carmona. "Es gente muy metódica en tierra, muchísimo, y les gusta tener las cosas bajo control", avanza.
"El miedo se deben a que no saben cómo va a responder la máquina y no ven cómo lo manejan", explica. "Es gente también que ha viajado muchísimo y que de repente les da miedo el avión". Pero, por qué se desarrolla esta fobia a esta edad. "Según un estudio se debe a que a estas edades muestran unos niveles de estrés superior por las responsabilidades laborales o por las personales, porque es cuando empiezan a tener hijos", responde esta piloto con 10.000 horas de vuelo.
"Es gente que, de hecho, con 20 años viajaba de manera más suelta", pero que, incluso por una suma de fobias, como puede ser el temor a las alturas, a los lugares cerrados o a sufrir un accidente, acaban desarrollando esta fobia.
Otra gente acude a su curso "porque ha vivido una mala experiencia a bordo. "He tenido varios casos de pasajeros que estaban a mitad del vuelo viniendo, por ejemplo, de México y una sacudida hizo que saltara todo y se dieron golpes en la cabeza", relata. "O el caso de cuando iba a aterrizar el avión y el piloto hizo una maniobra frustrada por mal tiempo y el pasajero lo pasó fatal cuando precisamente, no sabía que esa maniobra es la más segura que se puede hacer en esas situaciones", aduce.
Precisamente las maniobras de aproximación frustrada están en el top tres, explica Carmona, de experiencias traumáticas en un vuelo, junto con las turbulencias y las tormentas. Pero, frente a estos extremos reales, están los imaginados o los propios de las películas "que no ayudan nada", reconoce esta piloto "porque no son verdad". Como que salten las mascarillas a mitad de vuelo o que el avión de repente se caiga en picado. "Es que es técnicamente imposible que eso ocurra", insiste.
Simulador de un vuelo real
Lo que hace esta experta es "sustituir los pensamientos negativos" que se dan previo o durante al vuelo "por información real de lo que pasa cuando despega y de lo que ocurre durante el vuelo", además de aportar una serie de técnicas, "sobre todo de respiración, para recuperar el control".
En el curso de un día, de 390 euros, además de familiarizarse con el avión y con las técnicas de control, se completa con un vuelo simulado con el que el alumno o alumna llega a aterrizar y despegar el avión "para que sienta cómo es de verdad". "Incluso les paro los motores para que vean qué pasa y se quedan alucinando porque gracias al diseño perfecto del avión, este planea", añade.
El simulador real del vuelo, homologado por aviación civil donde hacen prácticas los pilotos, está en una escuela de formación en Valencia.
Y, ¿funciona el curso? "Sí, la gente después vuela, porque luego hacemos sesiones de seguimientos en los siguientes meses para animarles a volar". Las tres últimas alumnas fueron tres amigas que, curiosamente, cogieron miedo a volar las tres a vez. "Una de ellas se fue a Tanzania tras el curso", dice.