La provincia de Alicante es una de las favoritas para los extranjeros que residen en España. Así lo reflejan las tablas del Instituto Nacional de Estadística que la sitúa en 2021 con 373.423 como el tercer territorio del país con mayor número de ellos. Solo Madrid y Barcelona la superan en poder de atracción. Y de ello saben bien en dos comarcas, la Vega Baja y la Marina Alta, donde acumulan más municipios con mayor porcentaje de foráneos.
¿Cuáles son las localidades en las que hay un mayor porcentaje de extranjeros? Con las cifras de 2020 del INE las diez que conforman esta tabla se concentran en gran parte en la Vega Baja, con cinco de ellas. Rojales, con un 68 % lidera esta lista en la que le acompañan dos parejas empatadas: Daya Vieja y San Fulgencio con un 63 % mientras que con un 51 % están Algorfa y San Miguel de Salinas.
La otra comarca en la que hay más probabilidades de encontrarse extranjeros que españoles en algunas localidades es la Marina Alta, con cuatro. Llíber, con un 65 %, está acompañado por El Poble Nou de Benitatxell con el 59 %, Alcalalí con 55 %, y Teulada con el 52 %. El Vinalopó Medio entra en la tabla con Hondón de los Frailes, que tiene un 52 % de su población de origen extranjero.
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Si estos son los números ¿cómo se vive en las calles? Antonio Pérez es alcalde de esta localidad de cerca de dieciséis mil habitantes desde 2003, con el paréntesis del mandato de 2007 a 2011. Por eso conoce perfectamente un municipio por el que se mueve acompañado de un intérprete, ya que chapurrea inglés y francés, para manejarse con los once mil extranjeros registrados que vienen de 82 países diferentes.
"Ahora tenemos casi más viviendas que habitantes en el padrón", cuenta, ya que son quince mil las que están construidas en los 27 kilómetros cuadrados de su término municipal. Y que muchos vengan de fuera tiene una razón con nombre y apellido, Justo Quesada. Como recuerda Pérez, él fue el impulsor de Ciudad Quesada, la urbanización que cambió en los años setenta el panorama de esta localidad.
En Ciudad Quesada se concentran buena parte de los más de seis mil británicos que allí viven. "Pero la primera colonia fue de suizos", puntualiza Pérez. Allí fueron los Quesada a buscar compradores de chalets en un principio hace más de cuatro décadas. Su oferta de terrenos entre trescientos y quinientos metros con piscina resultó muy atractiva para quienes deseaban pasar su jubilación en un clima más cálido.
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Con una temperatura media durante el año de 15,9 ºC, era fácil vender un buen clima y ofrecer un mayor poder adquisitivo a los europeos que se querían retirar tras su vida laboral sin tener las molestias del bullicio de la primera línea de playa. "Porque no es lo mismo vivir que venir a pasar las vacaciones", razona Pérez.
En Torrevieja
Y eso lo saben en la vecina Torrevieja, como cuenta el técnico municipal de extranjería Jean Paul Mulero. Esta ciudad es la segunda de la provincia en la que hay un mayor número de extranjeros empadronados, 33.587 según los datos del INE 2021. Superada solamente por Alicante, con 49.395, la capital turística de la Vega Baja cuenta con 122 nacionalidades.
Los ingleses son los más numerosos, apunta el técnico, seguidos por los colombianos y rusos. Un orden que Mulero ya avisa que van a cambiar al terminar 2022. ¿La causa? La guerra entre Rusia y Ucrania. Estos dos países conformaban la tercera y cuarta mayor colonia de extranjeros, ahora se han intercambiado posiciones.
Al igual que en Rojales, los primeros en llegar en masa desde otros países no conforman ahora la parte alta de la tabla. Quienes descubrieron los atractivos de Torrevieja fueron los noruegos y los suecos. Lo hicieron en los años sesenta y a ellos se les ha dedicado una estatua por ser los primeros en abrir este mercado, que se disparó a partir de los años ochenta, "cuando se desarrolló la ciudad a nivel urbanístico".
La preferencia por vivir en Torrevieja también refleja otro factor curioso, cuando llega el verano prefieren coger las maletas. "La gente que reside durante el año llega junio y se vuelve a su país de origen porque hay mucho barullo para ellos", explica Mulero. Y es entonces cuando se recibe a mucho turista nacional. Es en septiembre u octubre cuando los que se han marchado vuelven porque consideran que aprovechan más la ciudad y sus playas.
Ambas localidades destacan los trabajos que hacen para integrar a los extranjeros residentes en la vida local. "Es complicado, pero lo hacemos tratando con las asociaciones, que hay muchísimas", indica Mulero. "Intentamos hacer de lo que parece un problema, una virtud", tercia, "porque tienen una manera diferente de pensar desde la gastronomía hasta los deportes". Y como concluye Mulero, "queremos enriquecernos de todo tipo de culturas".