Alicante

"No se daban las oportunidades a la gente para reinsentarse". Ese pensamiento es el que acabó de decidir a Jorge Talavera que debía plantear una alternativa a los tratamientos de adicciones. Después de jubilarse y haber pasado por ese problema en casa, quiso montar en Alicante un lugar en el que se apoyaría de manera profesional tanto dentro del proceso como al finalizarlo para así encarar un mejor futuro para así encarar un mejor futuro.

Sentado en uno de los despachos de la nave en la que tiene su sede la Fundación Jorge Talavera, su responsable se siente orgulloso del trabajo conseguido en apenas tres años con sus recursos. Está preparando el primer encuentro de oportunidad empresarial con el que quiere reunir fondos para su programa de becas con el que ofrecer recursos para los quienes no los tienen y están pasando por un problema de adicciones.

En el hotel Meliá de Alicante reunirá este jueves a empresarios en una jornada con el lema de La casuística de la economía española. Singularidades. Nuevas oportunidades de negocio en España. Su trayectoria trabajando para la banca y como depositario judicial es la que le ha ido facilitando los contactos para así establecer una red con la que poder encontrar salidas al superar la dependencia con que se entró en su centro.

"A mí, como a muchas otras familias, nos ha tocado vivir con las adicciones", explica. Y por eso sabía cómo los centros, lo que se puede hacer y lo que no: "Mi idea era tratarlo de otra forma porque hemos estado en diferentes por toda España y se hacía una buena desintoxicación, pero no se daban las oportunidades a la gente para integrarse en la sociedad".

La nave

La que era una nave vieja en la partida de Bacarot se transformó para plasmar la idea que no dejaba de darle vueltas en la cabeza. De hecho, ni siquiera le contó a su familia los planes que tenía con ese espacio que ha cambiado de arriba abajo. "Me preguntaban qué iba a hacer aquí y les respondía que no lo sabía, si alquilar o ya veremos, pero cuando lo tenía terminado reuní a mi familia y dije que iba a ser un centro de adicciones".

Aún sonríe orgulloso al recordar aquellas conversaciones. "Mi familia y amigos me dijeron que estaba loco: la vida es dura y puedes ayudar de otra manera, individualmente, pero sin meterte en el lío". Y Talavera sabía que ese no podía ser su camino en ese momento.

"La gente como yo, cuando hemos tenido este problema, sé cómo se siente la familia", razona. "Nos sentimos culpables porque no sabemos cómo y para eso hay que preparar a las familias y quitarles la carga porque no podemos ser culpables de una mala gestión que tiene un miembro".

Por eso reitera que sus fondos son los que han construido un centro con el que "poder tratar a las familias y prestar ayuda psicológica a los chicos y a las familias". "De momento, no hemos conseguido la financiación de ninguna Administración, estamos intentando cerrar esos trámites para ir pidiendo ayudas. Estamos sin esos apoyos, pero estamos creciendo", apunta.

Y por eso subraya el enfoque práctico con el que encara su centro. "Igual que he trabajado en lo que he querido, lo que quiero es preguntarle qué quieren hacer. Y nosotros te damos esa oportunidad".

Eso considera que es fácil si, y enfatiza la condición, si la persona ha superado las adicciones con las que entró, ya sean a las drogas o al juego, por citar dos de las comunes a las que se enfrentan. "Tenemos que tenerlo rehabilitado para poder llevarlo porque necesita la oportunidad. Y hay mucha gente que está dispuesta a ayudar", concluye.

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