El 6 de diciembre no sólo es el día en que España celebra la aprobación de la Constitución de 1978. También es el Día de San Nicolás, patrón de Alicante, y convertido con los siglos en el icono universal de la Navidad a través de la figura anglosajona y nórdica de Santa Claus. Desde la Concatedral alicantina se recoge en su página web esta historia.
Se trata de "un gran desconocido de más de 17 siglos de antigüedad y seguramente les parecerá un santo poco 'actual' y algo aburrido, teniendo en cuenta su edad", asegura la reseña, pero "estamos ante uno de los santos más venerados de la Cristiandad y posiblemente el que a más medios de comunicación y campañas publicitarias haya acaparado de la historia".
El hecho de que se escogiese el nombre del santo para su veneración en una ciudad tan alejada de Turquía tuvo que ver con la fecha en que el entonces príncipe castellano Alfonso X El Sabio conquistó la ciudad a los musulmanes. Fue un 4 de diciembre de 1248. Y una de sus primeras decisiones, dos días después, fue construir una iglesia en el mismo emplazamiento de una de las mezquitas de la ciudad, la menor.
El 6 de diciembre de 1248 Alicante se consagró a su nuevo patrón en una tradición que ha permanecido vigente hasta nuestros días. La iglesia terminó siendo concatedral, junto con la del Salvador de Orihuela, como sede de la diócesis de Orihuela-Alicante.
Las casualidades de la historia permitieron que siglos después, cuando los Países Bajos impulsasen la tradición de venerar al santo, el rey de aquellos territorios fuese el español Felipe II, produciéndose una extraña concatenación de ideas que identificaban a su San Nicolás con un santo llegado desde España.
De santo a mito
¿Cuándo cambió el primitivo santo cristiano por el modelo de marketing? Hay una fecha exacta: "En la fascinante metamorfosis del santo en el modernísimo Papá Noel, muchos desconocen que en 1863, adquirió la actual fisonomía de gordo barbudo bonachón, con la que más se le conoce".
Según esta historia, desde el inicio del fervor religioso a San Nicolás (270-345) se le atribuía un carácter solidario con los más necesitados, llevando "regalos a los niños pobres, con su indumentaria roja y blanca, se propagó en la Europa cristiana antes de su muerte". El obispo en la ciudad de Mira, en Licia, Asia Menor, logró muchas conversiones y seguidores.
"La leyenda lo convirtió en protector de los niños y adolescentes, atribuyéndole la resurrección milagrosa de tres muchachos asesinados", prosigue la reseña. "Desde esa época se tejió la leyenda de que el obispo oriental cabalgaba milagrosamente sobre los tejados, en un mágico corcel gris, para llevar regalos a los niños y a los hombres de buena voluntad".
De Turquía a Italia
Según la historia de la Iglesia el cuerpo de San Nicolás permaneció enterrado en la catedral de Myra por más de siete siglos. Pero fue en el año 1087, cuando ante la amenaza de la invasión de los sarracenos a Turquía, los sacerdotes trasladaron a la ciudad portuaria de Bari, Italia.
Asimismo, narra la tradición que en el siglo XI, "sus restos fueron robados por comerciantes italianos, aunque dejaron un pedazo de cráneo y la mandíbula, reliquias, a las que se les atribuye el don de hacer milagros".
Con el tiempo se sucedieron debates teológicos, mezclas de tradiciones, intereses políticos en la Reforma Protestante. Nada de eso influyó para que los feligreses siguiesen manteniendo el mito del santo bonachón que llenaba los hogares de regalos en la noche del Nacimiento del Niño Jesús.
En esa época, continúa la historia, "en los Países Bajos San Nicolás se convierte en Sinter Klaas, con lo que empieza a difundirse en todo el mundo católico". Hasta que "en el siglo XVIII, un rey alemán inicia un proceso de secularización de personaje, al sustituir los símbolos cristianos por los antiguos símbolos de la tradición alemana".
La Concatedral alicantina atribuye a esa época parte de la actual iconografía del santo: hadas, los elfos o duendes y el árbol de Navidad, un abeto decorado con regalos.
La publicidad norteamericana
Entre tanto, en el Nuevo Mundo en 1624 se había fundado la villa holandesa de Nueva Ámsterdam, prosigue el relato de la concatedral. "El primer gobernador de la colonia, Peter Minuit, compró la isla de Manhattan a una tribu india en 1626, a cambio de collares y mercancías valorados en 60 florines, aproximadamente 24 dólares en la actualidad". Allí llevaron los colonos sus tradiciones.
Lo del trineo volador llegó más tarde. Casi 200 años después de la colonización de la isla, hoy referencia cultural para todo el mundo, "el escritor Washington Irving, escribió una sátira, Historia de Nueva York, en la que deformó al santo holandés, Sinterklaas, en la pronunciación angloparlante de Santa Claus, con lo que la fama del personaje empezó a difundirse en los demás estados de la Unión".
La tradición literaria continuó con Charles Dickens y sus Libros de Navidad, donde se fijaba finalmente la leyenda en el imaginario anglosajón. Pero no se puso la fisonomía que tiene actualmente hasta que "Thomas Nast, un ilustrador del periódico neoyorquino Harper’s, hizo cientos de dibujos sobre todos los aspectos de la vida y leyenda de Santa Claus y le dio sus principales características visuales: anciano holandés, cubierto con pieles, cinturón ancho".