A Samuel Luiz le mataron el pasado fin de semana en A Coruña. La indignación por su muerte llevó a la calle a millares de personas en toda España. En las redes sociales también se ha reflejado a través de testimonios del colectivo LGTBI y los abusos sufridos. Con ellos recuerdan que la LGTBIfobia está presente en la vida cotidiana.
"Te llamaban maricón y tenías que aprender a hacer como que no lo oías porque si reaccionabas, encima, tenías la torta asegurada". "Me mandaba audios amenazándome de muerte. Fui a la comisaría y el policía ni los escuchó. Meses estuve con miedo por la calle. Él sabía por dónde vivía...".
Estos son solo dos ejemplos publicados en Twitter durante estos días como reacción al asesinato del joven coruñés. Toño Abad, director del Observatorio valenciano contra la LGTBfobia, "existe una enorme preocupación en el colectivo LGTBI por la inseguridad en las calles".
Abad espera que el impacto en las redes sociales y en las calles "fuera un punto de inflexión verdadero" a cómo se afronta estas situaciones. Unos hechos, que como recalcan a través de un comunicado, cada vez se producen en mayor número. Según sus cifras, aumenta un 65 % los ataques al colectivo LGTBI en el último año.
Normalizar la violencia
"13 años. Un dia de veraneo me puse un piercing de iman con un brillantito. Una pandilla me siguió por las calles el resto del verano llamándome marica. Yo queria morirme". "En un carnaval estaba disfrazado de animadora y empezaron a decirme comentarios insinuantes hasta que se dieron cuenta que era un chico y me empezaron a insultar, me arrancaron la peluca, me pusieron contra la pared y me agredieron".
Estos otros ejemplos de Twitter e Instagram forman parte de esa "reacción muy contundente en las redes sociales de personas LGTBI que denuncian esas situaciones individuales que son un problema colectivo que hemos normalizado". Como prosigue Abad, "lo que venimos denunciando es que se ha normalizado la violencia". Una que, añade, "todos hemos afrontado".
Miedo a dar un beso
Uno de los problemas que se ha encontrado habitualmente a la cabeza del Observatorio es que "no ponemos denuncias". ¿Por qué? "En algunos casos nos sentimos culpables por caminar de una manera, vestir de una manera, dar la mano o dar un beso".
Esa es una de las experiencias que ha tenido uno de los testimonios que aquí se recogen. Pide no aparecer por su nombre "para no exponerme más". En una de las historias que compartió, de manera efímera, ha contado que le atacaron un grupo de desconocidos por su apariencia.
"Me decidí contar la historia para que se vea que nos pasa a todos y se vive diariamente en el país", explica. "Y que todos hemos pasado por experiencias cosas parecidas con esa palabrita". En su caso, añade, se quedó "con palabritas porque hemos huido o porque hemos salido ilesos".
Contarlo ahora
Salir a contarlo de viva voz en las redes sociales no es fácil. En este caso asegura que "ni se lo había contado a mis padres para no preocuparlos". ¿Por qué ahora? "Te decides a contarlo porque se decía que el asesinato de Samuel no era homófobo porque no le conocían. Y no hace falta que te conozcan para que sepan que eres maricón porque, simplemente, con que te noten diferente o que tengas pluma y te llamen maricón y crucen esa línea, es que eso es homófobo".
Abad añade que otro factor que pesa en estos casos es "la falta de comprensión de los funcionarios policiales, el miedo a revelar tu orientación sexual o a someterte a un proceso judicial en el que tu entorno cercano descubra que eres gay, lesbiana, bisexual o transexual". Unos factores que cree que revelan "la enorme distancia que existe entre las personas LGTBI y las instituciones".
En esa distancia solo queda la identificación con el dolor por lo sucedido con el caso de Samuel. "Lo que quería contar con los stories es que no es todo fantasía y color". Y eso se ve en el día a día, con ese miedo que señalaba Abad. "A día de hoy, si voy por la calle de la mano con mi pareja y veo un gesto raro, me giro para ver si está haciendo algo. No tengo seguridad. No sé si es un tipo de trauma porque a mi pareja no le pasa. Pero no es justo vivir así".