A las puertas de un nuevo otoño y de la inestabilidad climatológica aparejada, el cauce del río Segura en su desembocadura en Guardamar sigue taponado de sedimentos. Las escasas actuaciones municipales "de urgencia" con una pala flotante no consiguen aumentar el calado. El propio alcalde del municipio, el socialista José Luis Sáez, pedía hace días en la televisión autonómica una extracción urgente de sedimentos.
En el trasfondo de la situación se halla el hecho de que la orientación errónea del espigón construido en los años 90 provoca año tras año no sólo la pérdida de las playas colindantes, como Babilonia, sino el taponamiento del río.
Dos documentos de la Generalitat Valenciana, el dictamen de la comisión parlamentaria sobre la DANA de 2019 y el plan "Vega Renhace" exigen reformar el espigón y cambiar su orientación. Pero no se trata de una infraestructura de competencias autonómicas, sino nacionales.
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En este contexto, la Confederación Hidrográfica del Segura y la Dirección General de Costas, ambas instituciones adscritas al Ministerio para la Transición Ecológica de la también socialista Teresa Ribera, siguen sin pronunciarse. No sería el primer espigón que se cambia o acorta. Pero supondría el reconocimiento implícito de un error con consecuencias millonarias.
Entre tanto, diariamente una asociación de "Afectados por la falta de Dragado del Puerto de Guardamar" denuncia en las redes sociales la situación. Las embarcaciones varadas en el "canal dragado de urgencia" (por la pala municipal) son una constante e impide o pone en riesgo la práctica náutica en el municipio.
Pero este problema afecta no sólo a Guardamar, sino a toda la comarca ya que como sucedió en la DANA de 2019 el taponamiento de la desembocadura fue uno de los factores clave de las inundaciones de la Vega Baja alicantina.
El espigón "erróneo"
Según se extrae del dictamen de la comisión parlamentaria, "la orientación del espigón en el puerto deportivo de Guardamar, que favorece la entrada de agua de mar, y el elevado grado de sedimentación y consolidación del viejo cauce del río Segura, derivado de la falta de mantenimiento durante los últimos 10 años, favoreció el estancamiento de las aguas más de 7 días, que anegaron San Fulgencio, Daya Nueva, Daya Vieja y Dolores".
Por eso, este mismo texto hablaba de la necesidad "en el marco del rediseño del cauce del río Segura en su cuenca baja, la Confederación Hidrográfica del Segura, junto con la Dirección General de Costas del Ministerio de Transición Ecológica, aborde la posibilidad de permeabilización de ambas desembocaduras, a través de compuertas u otros mecanismos".
Y también, de la "modificación de la orientación del espigón para evitar la intrusión de agua marina en temporales de Levante, todo ello teniendo en cuenta la futura incidencia de la subida del nivel del mar derivada del cambio climático, así como el mantenimiento y conservación continua de las zonas de desagüe del sistema de azarbes de la Vega Baja para que mantenga su funcionalidad de drenaje hacia el mar".
De hecho, esta modificación consta entre las infraestructuras prioritarias del Plan Vega Renhace de la Generalitat Valenciana para evitar nuevas inundaciones: "Reforma del espigón de Guardamar para reorientarlo al sur. Cambiar el espión de salida de la desembocadura para facilitar la salida fluvial e impedir la entrada de reflujo de mar procedente de Levante".