“En las lomas de Garbinet vamos a construir un muro y la Zona Norte lo va a pagar”
Una mañana típica de calor y humedad, recién estrenada mi acta de concejal, Pilar (nombre ficticio) entró en mi oficina y dejó caer como una losa un tomo encuadernado que rezaba “Plan Integral de la Zona Norte”. Me espetó que no era necesario solicitar una comisión, que el plan de 2003 todavía no se había llevado a cabo, y lo que se había iniciado no había servido para nada. Cuatro años después, creo que Pilar se quedó corta.
A partir de 1960, barrios de ensanche fueron construidos para albergar a nuevas familias cuyo fin laboral era la construcción, sobre todo la de Benidorm. Justo en 1975, se produjo el mayor acelerón de paro de este país desde que hay registro. Del 3,7% de 1975 al 21,5% de 1985. Solo Zapatero consiguió que el paro bajara por debajo de dos cifras, al 7,9% en 2007, para que volviera a subir hasta la cifra mayor histórica registrada de 27’2% en 2013 con Rajoy.
Hoy día, el paro en España se sitúa en el 12,8%, pero Alicante se encuentra en el 19,64%. Luis Barcala ha hecho subir el paro medio punto con respecto a 2022, y unas décimas por encima desde el belmontazo, al tiempo que entrega unos remanentes de cien millones de euros. De 2015 a 2018, sujetos los alicantinos a un plan de ajuste por 150 millones de deuda legada por el PP, el paro bajó en casi cinco puntos con el tripartito.
Si en 2007 en España teníamos el 7,9% de desempleo, Alicante se situaba con Alperi en el 13% y la Zona Norte en el 21%. La Asamblea Ciudadana de esos barrios se manifestaba en la gasolinera La Cruz (Colonia Requena) aquel verano para denunciar la degradación que sufrían. En 2007, la población anciana de Virgen del Remedio ya superaba el número total de vecinos que hoy viven en Colonia Requena. Y los ascensores de los bloques en ese barrio siguen siendo un mero dibujo dieciséis años después.
Esos cien millones de superávit del Ayuntamiento, más otros tantos de 2022 depositados en los bancos, no han servido para mejorar un ápice la situación de la Zona Norte (ni de ninguna otra zona). Siguen pendientes la reapertura de las pistas de deportes de Colonia Requena (ahora vandalizadas), la creación de un centro socio-comunitario en ese barrio y el consentimiento improbable de apertura del centro Pedro Goitia, la construcción de la Ronda Norte, el soterramiento de la autovía de la vergüenza que parte Alicante y Villafranqueza, las reparaciones del Parque Lo Morant, la construcción de un nuevo colegio público especial en ese parque y las reparaciones pendientes en numerosos colegios, las reparaciones del Observatorio de Medio Ambiente y la habilitación de sus salas para uso vecinal, la reparación del anexo del IES Virgen del Remedio, la reedificación de la Escuela Superior de diseño y Artes de Ciudad Jardín y urbanización de aledaños, etc, etc, etc.
Y no hemos hablado de los programas socio-educativos y de mediación suspendidos por Barcala, que ni siquiera concede un permiso para artesanía y realización de trenzas africanas que piden solo cuarenta mujeres senegalesas de Talatay Nder y que sí ofrecen Ayuntamientos como Elche, Sant Vicent, Sant Joan, Villena o Campello en periodo estival o en días de fiestas locales, una licencia que ayuda a que esas mujeres trabajen como autónomas tres meses al año y, por tanto, ayuda a reducir el paro en barrios como Colonia Requena, Virgen del Remedio o Juan XXIII.
Veinte años después de reclamar una ciudad cohesionada y más justa, los gobiernos del PP no han entendido que se ha creado una frontera tan invisible como infranqueable entre el centro y la periferia. Los políticos del PP deben dejar de concebir a los alicantinos de los barrios como colonos, como hacían sus predilectos franquistas. El PP los ha estigmatizado territorialmente, los ha orillado a una condición de descalificación, atribuyéndoles incluso la representación de lo amenazante (“No tiene más razón el que más ladra”, Julia Llopis dixit).
“En las lomas de Marfil vamos a construir un muro y Las Biznagas lo va a pagar”, fue una frase en Guanajuato que imitaba a la de Donald Trump. Sobra decir que las lomas del río Marfil es Alfonso el Sabio y Las Biznagas es Colonia Requena. En esta ciudad mexicana, La denominación de Cartolandia es un término que se utiliza para referirse a las zonas excluidas, donde se les acusa además de ser conflictivas. En Buenos Aires, ir a la ciudad como cartonero es visitar un espacio en el que no se pasa por la vergonzante situación de que a uno lo reconozcan.
“En las lomas de Garbinet vamos a construir un muro y la Zona Norte lo va a pagar”. Si Barcala sigue siendo alcalde, no tengamos dudas de que cualquier día declare algo así en un medio. Cada vez se acerca más tratando a los barrios periféricos como si fueran colonias molestas al norte de los barrios “de gente bien” donde él reside. Los ediles de Servicios Sociales del PP siempre han sido cartoneros inversos: van a la Zona Norte porque allí no pasan la vergonzante situación de ser reconocidos, porque allí no les votan. Pero, por si acaso, van en coche oficial a hacer que los vecinos marquen con estrellas sus planes ficticios.
Estoy convencido de que lo único que puede combatir esta deriva es una alcaldía que eche abajo los muros invisibles, que derrumbe límites y levante vínculos, que rompa humillaciones y extienda orgullos. Todos sabemos que con Barcala esto no va a suceder, y que decenas de miles de personas pondrán toda su esperanza en un cambio. Por historia y por justicia, pero sobre todo por responsabilidad, toca al Partido Socialista Obrero Español llevarlo a cabo.