Hace muy pocos días se daba solución a una de las cuestiones que más inquietaban en el día a día de la familia de les Fogueres. Y es que la celebración del Certamen Artístico brinda al ejercicio festero no solo un complemento y hasta ahora inicio del ejercicio, sino que en esta ocasión se ubica en unas fechas ‘tierra de nadie’, al adelantarse algunos de los actos más importantes del calendario anual a fechas otoñales.
Treinta y cuatro años -un tercio de la historia de nuestras hogueras- nos ha acompañado lo que siempre denominaremos ‘los playbacks’, que en esta edición han dado pábulo para muchos comentarios y, porque no decirlo, considerables críticas. Críticas estas que se han cebado en la falta de previsión emanada por parte de la Federació de Fogueres a la hora de sacar a la luz la convocatoria.
Así pues, ya sabemos -a menos de tres semanas de ello- que finalmente el marco de las finales en las tres modalidades en litigio -a realizar durante el fin de semana del 3 al 5 del próximo marzo- será en el pabellón de Florida-Babel -recinto en el que recuerdo estas finales ya se celebraron, al menos en 1998-.
Hasta esta resolución, todo ha sido un auténtico culebrón prolongado durante meses, que se ha extendido en las fases eliminatorias celebradas en el Hogar Provincial -donde se han puesto en práctica determinadas restricciones- y en el que la familia festera se ha quejado del excesivo afán recaudatorio de la entidad organizadora.
Pero todo ello ha sido tema menor, ante la incertidumbre manifestada al comprobar como transcurrían las fechas y se desconocía el marco de las galas finales. Llegados a este punto, muchos nos hemos preguntado ¿Cómo se puede convocar un certamen que mueve tantos actuantes y, sobre todo, tantas pasiones, sin tener atados previamente todos sus pormenores? Si el conjunto de la Fiesta conocía las imposibilidades de uno u otro marco ¿No estaban al tanto de ello en Federación para resolverlos en tiempo y forma y no con esta triste sensación de improvisación?
Improvisación esta que ha llevado a situaciones poco comprensibles, como intentar echar ‘balones fuera’, trasladando a distintas áreas municipales la imposibilidad de encontrar escenarios adecuados. Quiero recordar que aún asumiendo que el consistorio debe apoyar todas nuestras fiestas, en modo alguno está obligado a solucionar las dificultades de la Federació de Fogueres, cuando como es el caso se ve ahogada o incapaz de reaccionar.
A lo largo de la historia de este certamen este se ha realizado hasta en mesones o discotecas. En el paraninfo de la Universidad. El año pasado en Ciudad de la Luz. Cada entidad rectora se ha sacado las castañas del fuego en función de sus necesidades, de las propias características de cada edición y de las posibilidades existentes.
Por ello, sorprende la falta de elegancia manifestada en esta ocasión por parte del órgano rector de nuestras fiestas del fuego, al poner en primer plano, sin la más mínima elegancia, unas peticiones legítimas, pero ante las que el ayuntamiento no estaba obligado. Finalmente, un año más, sus dependencias solventarán una situación incómoda, que ha puesto de manifiesto una falta de previsión y planificación casi alarmante. Esperemos que sea la última.