En 1942, las Fallas de Valencia instauraban la Sección Especial, participando en aquella ocasión tres comisiones. Cuatro años después, y tal y como sucedería con numerosos aspectos asumidos desde la matriz valenciana, Alicante acogía la presencia de dicha élite, que sería denominada Categoría Especial, y que consta por primera vez en el libro de actas de la Comisión Gestora, al anunciarse dicha novedad en el pleno del 2 de abril de 1946, estableciendo una previsión inicial de tres categorías.
Partían de la segunda, con hogueras de hasta diez mil pesetas. Primera de 10.001 hasta 15.000 pesetas y Especial a partir de 15.001. Se dejaba la posibilidad que el ayuntamiento revisara esa división, y así sucedería. En el siguiente pleno celebrado el 1 de mayo se delimitaba la división definitiva, que establecía hogueras de hasta ocho mil pesetas en segunda, de 8.001 a 17.500 en primera, y a partir de 17.501 en la novísima Categoría Especial, dotada con un premio único de dos mil pesetas.
En aquellos años y pese a las estrecheces de posguerra, el devenir foguerer permanecía estable. Se habían constituido 25 fogueres sobre las 22 de 1945. Es más, la gran crisis de nuestras fiestas sobrevendría en ejercicios posteriores; 1949 y 1951, donde las celebraciones de junio estuvieron a punto de desaparecer.
Pero estábamos en 1946, y al anunciarse esta nueva élite artística, al igual que sucediera en Valencia cuatro años atrás, serían tres los distritos inscritos. Por un lado Mercado Central -triunfador el año anterior- y por otro Benito Pérez Galdós, ganador en 1943 y 1944, siempre en primera categoría, o entonces reflejada como categoría A en los banderines entregados-.
Curiosamente, las dos comisiones contrataron a un ya veterano -y algo agotado en estos quehaceres, pese a sus tres triunfos previos consecutivos- Gastón Castelló. Ese desgaste se evidenció en sendas hogueras excesivamente dependientes de superficies planas, aunque en la de Mercado destacara ese magnífico cuadro costumbrista, imitación de Pinazo, que fue salvado del fuego y hoy se muestra en todo su esplendor en el hall de nuestro ayuntamiento.
En cambio, la tercera comisión el litigio -Santa Isabel- con un presupuesto inferior, eligió a un prometedor Ramón Marco, samblasino de 27 años, que había iniciado su andadura en el taller de Gastón en los últimos años de la II República, recibiendo el cariñoso apelativo de “Marquitos” por parte de su maestro. Debutante en 1941 al firmar las hogueras de San Blas y Calderón de la Barca, ya en 1943 llamaría la atención en la misma Santa Isabel, con una obra de desbordante pericia en su modelado.
Así pues, Marco recrearía un diseño en donde el componente escultórico sería sorprendente, dentro de una atrevida y monumental composición bajo el lema “Tauromaquia”, en la que el autor iniciaría una de sus temáticas más frecuentadas -recordemos la foguera de Ciudad de Asís en 1963-.
La elección fue rotunda. El jurado se rindió a la evidencia de un conjunto clasicista y novedoso en aquellas fiestas llenas de carestía, y su comisión no dudó en sacar a hombros al joven artista, que iniciaría a partir de ese momento una trayectoria legendaria en el arte efímero de nuestra tierra. Y por supuesto, no faltó la sincera felicitación del buenazo de Gastón a “Marquitos”.