Resulta difícil abstraerse de todo lo sucedido esta semana en el escenario político nacional, el fiasco de la Ley Montero del "Sí es sí', que está produciendo unos efectos perversos de los que ya había alertado el colectivo judicial. Y para colmo, en Valencia, hemos tenido que escuchar como la vicepresidenta del Gobierno, Yolanda Díaz, ha exigido el derecho a equivocarse.
A estas alturas de nuestra democracia, me parece una reivindicación absurda. Todos tenemos derecho a equivocarnos en nuestro trabajo, por supuesto. Pero en la medida en que esa "equivocación" afecte a los resultados de nuestra labor debemos asumir las responsabilidades. En su caso, responsabilidades políticas: dimitir.
Lo que ha demostrado este asunto es la flagrante incapacidad de algunos para gestionar lo público. Más aún si, como acostumbran, lo hacen desde el sectarismo. Lo mismo me vale para Unidas-Podemos que para el otro extremo político cuando lleguen al poder, como está sucediendo en el resto de Europa.
Y es que, por ejemplo, ¿qué han aportado los consellers Héctor Illueca (Podemos) -o su antecesor- y Rosa Pérez Garijo (EU) al Gobierno autonómico en los últimos tres años y medio? La nada más absoluta. Reto a que cualquiera salga a la calle y pregunte a cualquier contribuyente siquiera, si saben de quiénes estamos hablando.
Ahora a la señora Pérez Garijo le ha dado por hacer listados de Memoria Histórica como si eso solucionase alguno de los problemas con lo que nos enfrentamos a diario. Entiéndanme, me parece correcto y legítimo facilitar cualquier investigación sobre los restos de los desaparecidos de una guerra de hace más de 80 años. Pero ¿es prioritario cambiar las vidrieras de la sede del Banco de España en Alicante?
¿Cómo les vamos a explicar a los jefes de Gobierno que acudirán a la ciudad en dos semanas para celebrar una cumbre europea que la sede de Casa Mediterráneo no tiene paredes? Desde 2010, pero que sin embargo nos planteamos cambiar unas costosas vidrieras en un edificio público al que no acceden los ciudadanos porque tienen un escudo que en su tiempo fue legal y ahora no está en uso.
La crisis que se avecina este invierno por la Guerra de Ucrania, la inflación y el aumento de precios de la energía tal vez nos sirva para dejarnos de brindis al sol y centrarnos en lo importante. Pero mucho me temo que no será así. Ya estarán "los que tienen derecho a equivocarse" (parece que sólo algunos) para equivocarse y hacernos perder el tiempo.