¿Qué tiene que pasar para que Alicante no sea siempre la gran olvidada en los Presupuestos Generales del Estado? Alicante no existe para el Gobierno de España desde hace décadas. Como es nuestra misión en Ineca, vamos con los datos.
La partida de inversiones territorializadas de los PGE 2023 crece en un 3,3%, y además lo hace para la gran mayoría de los territorios, sin embargo, en nuestro caso sufre un recorte del 12,3% respecto del año pasado. Año en el que, por cierto, volvimos a ser últimos y se nos recortó la nada desdeñable cifra del 36,8% respecto a 2020.
Total, si en el 2020 se nos presupuestó una inversión de 252 millones de Euros, que ya era totalmente insuficiente, este año nos prometen 160 millones, la peor cifra de la historia. Desde el punto de vista de la inversión por habitante, a la provincia nos dejan, otra vez, los últimos.
Se nos asignan 85,48 euros por habitante cuando la media nacional es de 283,73 euros, lejos de la penúltima provincia, Jaén con 110 euros. En términos absolutos y reales, la inversión directa prevista en infraestructuras (quitando gasto de mantenimiento de las actuales) se va a quedar en 30,6 millones de Euros. Una vergüenza.
Además de que el importe de las partidas es ridículo, estas, en gran parte, no son ejecutadas, pero ese dato no lo podemos proporcionar. Pese a que desde Ineca lo hemos reclamado en incontables ocasiones, ninguna administración está dispuesta a proporcionarlo, da igual que transparencia obligue, el dato no se da, y no se da porque la cifra es lamentable. En definitiva, se nos asigna poco y encima no se ejecuta, conclusión, a Alicante no llega nada.
Pero esto no es nuevo, ¿Qué tiene que pasar en Alicante para dejar de sufrir dos décadas de constante ninguneo a la provincia en los PGE? De hecho, si hasta el pasado ejercicio el déficit inversor en la provincia era de 3.162 millones de euros desde el 2008, con este nuevo varapalo, el déficit se incrementa a la vergonzante cifra de 3.535 millones, y esto sucede en el peor momento, a las puertas de una recesión que nadie se atreve a dimensionar.
Y digo que sucede en el peor momento, porque la inversión pública, históricamente ha servido para ayudar, en momentos de recesión, a generar empleo y a mejorar el PIB de la zona en la que se invierte. Desde Ineca llevamos años denunciando la situación y el perjuicio que nos provoca, no en vano, existe una clara correlación entre inversión estatal, PIB y renta per cápita, indicador en el que estamos entre las peores posiciones de nuestro país.
Como nos decía Gonzalo Cortazar el otro día, somos más pobres que antes, pero es que en Alicante lo somos más aún, y lo que nos queda, a la vista de lo que se presentó ayer en el Congreso y llevan haciendo dos décadas.
A lo expuesto, debemos añadir que en el resto de actuaciones también se olvidan los intereses de la provincia. No pretendo ser exhaustivo, pero no debemos olvidar que también se nos ha ninguneado con el recorte del trasvase, la conexión con el corredor mediterráneo, los tercermundistas trenes de cercanías, terceros carriles imprescindibles, o la inversión prevista en Alicante por la Agencia Valenciana de la Innovación (AVI).
Encima, somos la única provincia que tiene un AVE que en vez de parar en Atocha, ahora lo hace en Chamartín, como en un intento de alejarnos de las Cortes.
Desde Ineca seguiremos reclamando incansablemente lo que es justo y lo haremos como siempre con datos y enfoque constructivo. ¿Qué tiene que pasar en Alicante para que lo hagamos todos juntos, ciudadanos, empresarios, agentes sociales, el Consell y nuestros representantes políticos en el Congreso?.
Es imperativo máxima unidad entre todos los agentes, que se aparte cualquier diferencia, especialmente entre nuestros políticos, y que todos a una vayamos a exigir, lo que, en justicia, y después de dos décadas de paciencia, es imprescindible para la provincia. Me consta que pedir esto en periodo preelectoral es difícil, pero confío en que tengan, tengamos, sentido de estado, y altura de miras para dejar a un lado todas las diferencias y, al menos en esto, ir de la mano. Sería un ejemplo.
Nacho Amirola es presidente de Ineca.