A principios de marzo las agencias de viaje de Reino Unido reportaron cifras récord de reservas para la campaña de verano. Los británicos suelen tener su temporada alta de contratación en los meses de diciembre y enero, pero la crisis inflacionaria ha modificado sus hábitos de consumo. No en volumen, a tenor de los datos facilitados por los operadores ingleses, sino en los tiempos y en la forma en la que se abordan las vacaciones.
Con este preámbulo resulta extraño tratar de explicar por qué algunos de sus destinos prioritarios, como la Costa Blanca, se encuentra actualmente un 8 % por debajo de las cifras prepandemia. De hecho, el último paso que le falta a Benidorm para la recuperación completa pasa por llenar esa porción de camas que han dejado vacías los ingleses en temporada alta.
Lo cierto es que comparar cualquier año turístico con 2019 "tiene trampa", como señalan los empresarios, porque fue un ejercicio récord. Pero también es verdad que no puede obviarse una tendencia alcista tras la pandemia y que, en algunos destinos, los parámetros que se manejan para esta campaña ya rebasan los valores de hace cuatro ejercicios.
De hecho, no se trata solo de que haya menos reservas: las aerolíneas que operan en el aeropuerto de Alicante-Elche ha programado para este verano 4,1 millones de plazas con origen o destino Reino Unido, un 9 % menos que en 2019. Esta tendencia se empezó a ver el año pasado y que, según algunas compañías como Jet2, se debe a una "redimensión" de su operativo después de años de incrementos ininterrumpidos.
Así pues, ¿dónde están los británicos que le faltan a la Costa Blanca? Pues principalmente en dos destinos: Turquía y Canarias. El primero no es ninguna sorpresa. El Mediterráneo Oriental siempre ha sido uno de los grandes competidores del sol y playa español y sus mejores resultados los obtiene por una simple ecuación de calidad-precio.
En este sentido, no puede obviarse la presión que está suponiendo para las economías familiares británicas, principal target de destinos como Benidorm, la elevada inflación que se está registrando en el país, con incrementos de dos dígitos (en febrero del 10,4 %). Esto ha hecho que muchas se replanteen dónde contratar en verano, teniendo en cuenta además un cambio de moneda que les resulte más favorable.
En cuanto a Canarias, en la feria de turismo de Londres ya se notó un desvío muy importante de reservas hacia ese destino, algo que puede acabar beneficiando por rebote a la Costa Blanca por la teoría de los vasos comunicantes: si las islas no tienen capacidad para absorber esa demanda, se desviará a otros destinos como la Costa Blanca.
Es por esto por lo que no se descarta un escenario en el que la última hora permita remontar parte de los 8 puntos que le faltan a la Costa Blanca. De momento la primera prueba de fuego será la Semana Santa, en la que se espera una ocupación media del 80 % y servirá a los empresarios turísticos para pulsar la fortaleza de los principales mercados emisores.