Cuenta Mireia Garrido que ella y sus cuatro amigas estaban muy ilusionadas con la escapada que habían organizado para Benidorm, donde esperaban descansar durante tres días en un piso alquilado; al final, el caos y suciedad con el que se fueron topando en ese inmueble les ha hecho volverse a Madrid con la sensación de haber sido estafadas.
La indignación la ha recogido en la red social Twitter su amiga Sara Galindo, quien ha ido contando con todo lujo de detalles la pesadilla, como ella misma lo ha bautizado, en la que acabó siendo la estancia.
Esta última avanzaba que se habían decantado por un piso "algo normalito" pero que "tenía buena pinta", que a su vez tenía buenas reseñas "en las fotos se veía limpio" y a un precio "bastante aceptable", esto es (aunque ella no lo revele en su Twitter) de 254 euros en total las cinco.
Cuando llegaron al piso ya de noche, al haber tenido que trabajar ese día, la mujer de la limpieza les dio la llave para entrar ya que el casero no estaba. Cuando entraron, lo primero que notaron era un "ambiente raro", como que se notaba "que no estaba limpio".
Entraron en la cocina y, para su sorpresa: "El horno estaba sucio, olía a aceite quemado, los enchufes hechos polvo, los cubiertos y los platos sucios, estaban para tirar ya, y el suelo lleno de agua con un color raro, la nevera también perdía agua, o lo que fuese eso".
Sábanas sucias
Pese al cabreo, era tarde y querían irse a dormir, pero, al abrir el sofá cama se encontraron que estaba roto. No le quedaba otra que coger el colchón y dormir en el suelo, relata Galindo. Para ello necesitaban las sábanas de las que daban por hecho que estaban limpias porque se había dado la mujer de la limpieza "y nos dijo que las acababa de lavar".
Nada más lejos de la realidad. Al abrirlas estaban "todas manchadas", algunas de ellas de una sustancia que, como cuentan y se puede ver en la imagen adjuntada, parecía semen. No había pasado ni una hora desde que habían llegado a esa casa y ya habían enviado numerosas fotos y vídeos al casero, quien no contestaba.
¿Solución? Asegura que se pusieron a limpiar ellas, ya que "no queríamos vivir entre esa mierda" y pusieron sus toallas encima del colchón y de los cojines, "todo tapado, no vaya a ser que pillemos algo allí".
En los dos siguientes días no dejaron de toparse con más sorpresas, como la luz del baño fundida ("nos tuvimos que duchar a escondidas o con la linterna del móvil"), con la ducha rota (se salía el agua por todos lados"), o la cafetera tenía una pieza rota (el bote de café que dejaron a modo de cortesía tenía moho al final del paquete).
Reacciones
Sin poder permitirse económicamente marcharse a otro piso, aguantaron los tres días, tiempo en el que pudieron hablar con el casero, que les prometió una semana gratis de estancia "por las molestias", pero ellas querían recuperar su dinero y olvidar el asunto, algo que este obvió y no les contestó.
Con la plataforma contratante, Airbnb, si bien tuvieron una buena atención, explican, "se preocuparon en intentar solucionarlo", les dijeron que solo les podían reembolar el 30%, algo para ellas inaceptable.
Van pasando los días y el casero, lejos de devolverles el dinero, les piden 150 euros por haber sido una persona más de las cuatro iniciales. "Nos quiere cobrar 150 euros por dormir en el suelo", denuncian.
Así con todo, Mireia Garrido revela que, en las últimas horas (esto fue a finales de julio), les ha llegado un mensaje de Airbnb de que les van a hacer la devolución total de la estancia, aunque matiza que el dinero de momento no les ha llegado.
¿Y qué pasa con el propietario? Agradecidos con Airbnb (a la espera de su dinero), ahora centran todas sus miradas en el casero. "No vamos a parar y vamos a seguir denunciando que personas como él no pueden ofrecer sus casas", avanza. "Queremos que esto que nos pasó a nosotros no le vuelva a pasar a otra persona más", concluye.