Elche

Puede que algo esté cambiando con respecto a la malograda conciliación que existe en el mundo deportivo con los hijos. Si hace unos días conocíamos el caso del entrenador del Linares, convertido en un pionero en España al poder dirigir a su equipo teletrabajando para poder cuidar de sus hijas, hoy viajamos a Elche. 

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Porque allí, el Atticgo Bm Elche (el Club Balonmano Elche), equipo de la Liga Guerreras Iberdrola, la división de honor que está en plena disputa de la Copa Europea Femenina, le ha marcado el gol más importante a esta problemática social que arrastra España, y de la que no escapa el deporte. 

Hace unos días, la cuenta de Facebook del club ilicitano publicaba, con la foto que abre esta noticia, un comunicado con el que, decían, "queremos mandar nuestro apoyo a todas las madres deportistas". En él afirmaban que Lia, el bebé de la jugadora Alexandra Do Nascimiento, brasileña fichada para esta temporada, "viaja con el equipo a todas las concentraciones para hacer posible la conciliación entre la vida profesional y familiar".

Lia convive con el resto del equipo técnico en la rutina y entrenamiento "de este deporte de élite". Para más inri, la dirección del club contrató a Do Nascimento "cuándo estaba embarazada y le abrió un abanico de posibilidades para que su conciliación se hiciera posible con el cuidado de su hija", concluía la nota con más de diez mil 'me gusta' y mil veces compartido en Facebook. 

La inmesa mayoría de los comentarios han aplaudido este gesto que va en la dirección contraria a lo que es lo habitual, reconoce el propio presidente del club Juanjo Ávila, en conversación con el ESPAÑOL De Alicante. "Por lo que yo sé esto no se ha hecho antes", responde. "De hecho hay jugadoras cuyo contrato especifica que si se queda embarazada, el club se acoge al derecho de rescindirlo", explica. 

Bajo ese contexto, añade, "no es habitual que una jugadora se quede embarazada, porque clubes como el nuestro suele contratar a las más jóvenes hasta rondar los 30 y hasta entonces no suelen ser madres", aduce el máximo responsable del conjunto ilicitano. "Se suelen esperar a jubilarse [deportivamente] para serlo", agrega.

"Quería 4 hijos"

Y, llegados a este punto nos detenemos en la historia de esta jugadora, distinguida como la mejor del mundo en 2012, campeona mundial con Brasil un año después y considerada mejor jugadora extrema derecha con su selección en los Juegos Olímpicos de Londres (ha disputado otros cuatro juegos). 

Ale, como la conocen en el equipo, tiene 41 años, pero "cuando era jovencita soñaba con tener cuatro hijos, tres con mi marido y uno adoptado", explica. La verdad es que, con su primera hija Lia, se le ve encantada.

"Me ha tocado una angelita muy buena", dice sonriendo. "Me deja dormir", añade. "Ale había esperado todo lo que ha podido para ser madre", reconoce Juanjo, "pero sabíamos que físicamente se encuentra bien, se recupera muy bien de todas las lesiones y confiábamos en que iba a ser igual". 

Se refiere el presidente a los motivos que le llevaron, contra todo pronóstico, a fichar a una jugadora que ya estaba de retirada. Alexandra se marchó el año pasado de Bourg de Péage, población al sur de Lyon donde había vencido su contrato. Le ofrecieron seguir un año más, pero estaba cansada de vivir en Francia. 

Así que con su marido Patricio, exjugador de balonmano chileno, optaron por irse a vivir a San Juan (Alicante). "Cuando nos mudamos, la idea era no seguir jugando pero todo ha salido mejor que bien", reconoce la jugadora. 

Una combinación de factores hizo que en el club de Elche se quedara vacante el puesto de extrema derecha tras marcharse la jugadora que lo ocupaba y que Ale tuviera a un familiar trabajando para este equipo. 

"Sigo dando teta" 

"Desde el principio, ella nos planteó que iba a darle la teta y hablé con el entrenador pensando que diría que no le parecería bien, pero este me dijo que había clubes escandinavos donde era normal la conciliación", comenta Juanjo Ávila. 

"Sigo dándole teta, me está encantando este momento que tengo con mi hija y no sé hasta cuándo estaré", dice orgullosa esta madre, consciente del valor que tiene la lactancia materna.

Madre y club parecen en sintonía teniendo en cuenta la pequeña Lia va a todos los entrenamientos (a diario) y partidos, ya sea en avión o en autobús. 

"Teníamos miedo al autobús", se sincera Juanjo. "El avión es más rápido, y en el bus, en cambio, pueden pasar hasta diez horas, tiempo en el que las jugadoras aprovechan para dormir y descansar", avanza. "Así que temíamos que el bebé no dejara descansar al resto del equipo y estuvimos dándole vueltas a alquilar un chófer con conductor, pero hasta ahora no ha hecho falta". 

"Se suele dormir todo el rato y mis compañeras que son muy amorosas con mi hija", asume Ale, quien califica de "abrazo" el que le ha dado el Atticgo Bm Elche. "En mi cabeza todo estaba más complicado y cómo me han tratado me ayuda a querer dar más y aportar más al equipo", concluye agradecida.