Emocionado, agradecido y orgulloso. Con esta mezcla de sensaciones ha recibido Manolo Jiménez (Madrigalejos, 1960) el reconocimiento por parte de la comisión del centenario del Hércules de nombrarle como uno de los 100 embajadores de la entidad.
El técnico, criado y afincado en Benidorm, ve reconocida de esta forma, más de un cuarto de siglo después, parte de su extraordinaria obra. "Es un honor tremendo y un orgullo muy grande que el club de mi vida me recuerde después de los años que han pasado", afirma Jiménez, uno de los entrenadores que mayor conexión demostró con la grada del Rico Pérez.
El legado de Jiménez es espectacular, tanto que ni siquiera su segunda etapa, con más sombras que luces, puede eclipsar. Jiménez llegó al Hércules en el invierno de 1995 en sustitución de Felipe Mesones. Procedía del Benidorm, donde había firmado notables temporadas, y su misión era reconducir la nave herculana, a la deriva.
Aniceto Benito, al que ya conocía del Benidorm, apostó por un entrenador joven, valiente y, sobre todo, herculano, algo que nunca ocultó. Tras unos meses de transición para acomodarse a la entidad, Jiménez diseñó junto al presidente la plantilla que acabaría pasando a la historia del club en la temporada 1995-96.
Un curso para la historia
El Hércules de aquel curso, repleto de jugadores alicantinos, como Palomino, Lledó, Paquito, Parra, Antón, Marí, Carmelo, Varela, Antón o Raúl Ivars, junto a otros ya consagrados, como Visnjic, Rodríguez, Jankovic, De la Hera, Alfaro o Gonzalo, arrancó el campeonato como un tiro. Sumó tres victorias consecutivas y se disparó en la clasificación, logrando algo insólito en la historia de la entidad: ocupar zona de ascenso a Primera las 38 jornadas del campeonato.
El equipo, que enamoró a toda la provincia, pasó a la historia, además, por ser el primero del fútbol español en sumar tres puntos en un partido, ya que su debut en la Liga ante el Castilla abrió el calendario del fútbol profesional, por protagonizar el ascenso más holgado, con tres partidos aún por disputar, y por ser campeón de Segunda por primera vez en un grupo unificado.
Por el camino quedan exhibiciones memorables, rachas increíbles, como seis victorias consecutivas lejos del Rico Pérez, y goleadas escandalosas, como un 4-0 al Toledo, imbatido hasta que se cruzó con el Hércules, que anotó los cuatro tantos en 20 minutos, un 0-6 en Villarreal, 5-1 ante el Logroñés, el otro aspirante al título, o un 6-2 al Deportivo Alavés.
"Había buena plantilla, buenos chicos. Unos jóvenes y otros con hambre. Como otros muchos años, porque el Hércules siempre ha tenido grandes futbolistas. Yo creo que la diferencia con otros equipos la puse yo. Tenía hambre, ambición y ganas de tirar para arriba por mí y por el Hércules", recuerda sobre aquella etapa. "Ver la Plaza de los Luceros llena de gente celebrando es algo inolvidable", añade.
Manolo Jiménez, técnico de carácter volcánico, pero idolatrado por la afición, no llegó a un acuerdo con Aniceto Benito, al que sigue agradecido pese a todo, para renovar y salió del club, que a partir de ese momento comenzó a tomar decisiones deportivas que le llevarían al caos.
La vuelta
El técnico regresó años después, en la temporada 1998-99, en una situación crítica para evitar un descenso irreversible. Jiménez no pudo obrar el milagro esa temporada, pero sí la siguiente, en la que con un equipo limitado y un club en quiebra y al borde de la desaparición –fue el año del desembarco de Ortiz– logró clasificarlo para la fase de ascenso tras tener al equipo durante las 38 jornadas entre los cuatro primeros.
El extremeño, primera víctima en los banquillos de la era Enrique Ortiz, fue despedido con el equipo disputando una fase de ascenso en la que no lograría el objetivo. Manolo Jiménez queda en la historia del club como el cuarto entrenador con más partidos con un total de 127. Es el segundo de los que superan el centenario con un mayor porcentaje de victorias y el que tiene un menor índice de derrotas.
Jiménez, segundo entrenador nombrado embajador tras el mítico Arsenio Iglesias, sigue el día a día del Hércules desde Benidorm. Ahora algo más alejado del fútbol, ya que trabaja en el área de Turismo de Alfàs del Pi, donde fue reclutado por el alcalde Vicente Arqués, al que está "agradecido" por darle la oportunidad de desarrollarse en otras actividades.
"Siempre he estado aquí, muy cerca del Hércules. Me hubiera gustado ayudar más, sobre todo en los malos momentos, pero hoy no es día para otra cosa que no sea estar feliz por formar parte del centenario del club, de mi club", afirma a El Español.