El Elche ha alcanzado el parón de la competición deprimido por su situación en la clasificación, colista sin haber ganado ningún partido, sin entrenador tras haber despedido ya a dos y repleto de dudas en el entorno por el rendimiento de los jugadores.
El conjunto ilicitano, que comenzaba este año a celebrar un centenario que culminará en 2023, está ante el peor escenario posible, ya que tras firmar el peor inicio en sus 24 temporadas en Primera se ve obligado a protagonizar una segunda vuelta espectacular si pretende pelear por la salvación.
La situación es tan crítica que gran parte de la afición, siempre apasionada con sus colores, ha comenzado a señalar al propietario, el argentino Christian Bragarnik, y a varios jugadores como responsables de esta mala dinámica.
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Errores en la planificación, pobre rendimiento de los refuerzos, decisiones arbitrales y una pizca de mala fortuna son algunas de las causas que explican el rendimiento de un Elche que llega al parón roto, pero con la esperanza de que 2023 sea muy diferente.
Nada hacía presagiar durante la pretemporada que el proyecto, liderado de nuevo por Francisco Rodríguez, con el que meses atrás se logró la mejor puntuación del equipo en Primera de su historia, iba a tener tan poco recorrido.
El club dio prioridad por cerrar las renovaciones de jugadores en teoría claves como Ezequiel Ponce, Pere Milla, Omar Mascarell o Javier Pastore, sobre los fichajes, que se incorporaron demasiado tarde al grupo.
El Elche apostó todo por el bloque que se ganó una plácida permanencia y concedió relativa trascendencia a los refuerzos.
Llegaron a la entidad poco a poco jugadores como Roger Martí, Clerc, Collado, Lirola, Domingos Quina, Nico Fernández o Fede Fernández. Ninguno fue primeras opciones, que se escaparon por dilatar los tiempos de negociación desde el club.
Todos con la pretemporada en marcha y la mayoría a pocos días u horas del comienzo de la competición, por lo que el Elche comenzó la temporada sin todos sus efectivos.
La contundente derrota en Sevilla ante el Betis (3-0) y el empate ante el Almería como local (1-1) encendieron las alarmas en un equipo al que Francisco intentó reactivar de todas las formas posibles, cambiando jugadores y sistema, pero que ya no respondió.
El Elche perdió y ofreció mala imagen ante el Villarreal (4-0), Real Sociedad (0-1), Athletic Club (1-4) y Barcelona (3-0), aunque la gota que colmó el vaso fue la derrota en Vallecas (2-1), con un gol en el descuento, que supuso el despido de Francisco, que dejó al equipo colista y con un punto de 21 posibles.
Alberto Gallego, entrenador del filial, dirigió al equipo ante el Mallorca (1-1) en un partido polémico en el que el Elche fue sancionado con dos penaltis y sufrió una expulsión.
El regreso de Jorge Almirón, técnico despedido hacía dos años por una pésima racha de 16 partidos sin ganar, fue una sorpresa para el vestuario y la afición, que decidió darle al argentino un voto de confianza.
Su estreno fue prometedor, ya que el Elche igualó en su visita a Valencia (2-2) en otro partido polémico.
La reacción quedó suspendida ante el Madrid (0-3) y pareció revivir ante el Espanyol en Barcelona (2-2), pero solo fue un espejismo, porque el equipo, cuando más lo necesitaba, se desplomó.
La recta final antes del parón ofrecía un calendario ideal para recuperar terreno y confianza, pero el Elche no aprovechó la situación y se hundió más.
Perdió ante el Getafe (0-1) y en Valladolid (2-1), en el que fue el adiós de Almirón, y en la final ante el Girona (1-2), la última opción de afrontar el parón con algo de ilusión.
Tras la derrota en el Nuevo Zorrilla y ante el Girona los propios jugadores reconocieron públicamente estar “hundidos” y sentir que estaban “haciendo el ridículo” en el primer tramo de la competición.
La afición, hasta ahora siempre con el equipo, comenzó a señalar a la grada y al campo y ni siquiera la victoria en la Copa ante el Alcora ha sido un bálsamo a la enorme decepción.
El equipo ilicitano parece en caída libre y condenado al descenso a Segunda, aunque tiempo y puntos quedan en juego para remediar la situación.
La última bala del club es que el parón, la llegada de un nuevo entrenador que ejerza también como psicólogo de afición y plantilla y el mercado de invierno puedan cambiarle la cara al equipo para soñar con la salvación.