El pasado jueves 2 de febrero se abrió la velada en el auditorio de Alicante con puro sabor español. Arrancó la orquesta y su apabullante director, el incomparable Josep Vicent, con esa fuerza y energía que les caracteriza y comienza a ser leyenda en todo el territorio nacional. Sonaron los primeros acordes de El sombrero de tres picos y fueron suficientes para percibir a un público totalmente entregado.

No por conocida deja de ser esta fantástica obra de una calidad insuperable. Concebida como Ballet, aunque en su momento Falla rompió con las primitivas tradiciones temáticas del género, presenta una perfecta amalgama estilística de las corrientes verista/naturalista e impresionista con la exquisita estilización del folclore español, y en especial del andaluz, tan propia e inconfundible del compositor gaditano.

Se programó para la apertura del concierto la danza final del cuadro segundo, conocida popularmente como la "jota", donde Falla despliega los recursos orquestales poniendo a prueba la habilidad y pericia calibradoras de la batuta que dirige. Sabido es que ADDA Simfònica posee una sección de percusión sin rival en el panorama nacional, y semejante poderío, en ocasiones, puede resultar un hándicap a la hora de medir su afamada fuerza, en especial cuando las cuerdas al inicio se encuentran "frías", aunque ello no fue óbice para obtener un gran resultado final.

[En el ADDA Simfònica de Alicante la mano que mece la cuna nunca es baladí]

Finalizó la primera parte con la esperada actuación de la concertista Judith Jáuregui, que meses atrás tuvo que suspender su ansiada visita al coso alicantino. La aclamada pianista deleitó al respetable con otra de las maravillas de la música española del mismo compositor que abrió la noche.

Noches en los jardines de España, que originalmente fue concebida como un conjunto de Nocturnos para piano solo y que a petición del pianista Ricardo Viñes, Falla orquestó quedando el piano solista totalmente integrado como parte del conjunto, sin especial predominancia, a pesar de presentar un elaborado discurso de gran elocuencia y brillantez, plagado de dificultades técnicas que la pianista solventó sin esfuerzo aparente, pero de sonoridad exigua para luchar en ciertos pasajes con una orquesta de sobrada y atronadora potencia. El obsequio de un Mompou de preciosa sutileza, puso en valor el toque y delicada pulsación y su amplia gama de planos sonoros.

Exquisito.

Se cerró el concierto con la obra que le da nombre a toda la temporada musical del anfiteatro de Alicante, el Poema Divino, tercera sinfonía del compositor ruso Aleksandr Scriabin, cuya obra se caracteriza por la enorme influencia de las doctrinas teosóficas y el misticismo. Fue estrenada en París en 1905 y en ella empleará Scriabin temas de su Allegro Sinfónico, obra de juventud escrita en Roma. La tercera sinfonía presenta rasgos estilísticos de marcada genialidad personal en un anhelo de dotar de expresión musical a "la evolución del espíritu humano que, arrancado de todo un pasado de creencias y misterios, alcanza una afirmación alegre e intoxicada de su libertad y de su unidad con el universo", en palabras del propio compositor.

Y es en este tipo de obras de profundo contexto espiritual donde encontramos la verdadera esencia, divina sensibilidad y personalidad del maestro Josep Vicent, que alcanza tal grado de comunión mística con la partitura, pareciendo descifrar y conocer de antemano los ocultos contenidos de misterioso significado esotérico, que consigue transportar al oyente a universos lejanos. El final, con tal despliegue de medios orquestales, no podía ser si no, apoteósico, arrancando el público a aplaudir y vitorear antes, incluso, del acorde final.

Inteligentemente programado el bis, disfrutando de tan majestuosa plantilla. El Lohengrin de Wagner sonó espectacular.

Ficha

ADDA·Simfònica. Josep Vicent, director titular. Judith Jáuregui, piano.

2 de febrero, 20 horas. 

Falla, Noches en los jardines de España. Scriabin, Sinfonía número 3 Poema Divino.