Cuando en 1896 Joaquín Sorolla descubrió los paisajes de Xàbia, esta localidad alicantina se convirtió en su paraíso particular. Allí fue feliz y donde, en la plenitud de su carrera, supo transmitir esas emociones. Las obras que reúne el Museo Carmen Thyssen de Málaga lo demuestran en su nueva exposición temporal.
"Jávea, sublime, inmensa, lo mejor que conozco para pintar. Si estuvieras tú, estaríamos dos meses. Estaré solo unos días", escribió Sorolla a su mujer, Clotilde, en un telegrama cuando llegó a esa ciudad por primera vez. Así lo recoge José Luis Picón en la presentación este viernes de la muestra a través de Enrique Varela, director del Museo Sorolla de Madrid y comisario de esta.
El tradicional cultivo de la vid en la zona fue el que le llevó a la zona. Un industrial chileno había encargado al pintor valenciano unos paneles para su casa sobre el cultivo de la vid y la producción de vino, y Sorolla buscaba un lugar que le inspirara para esa temática. "Le hablaron de una comarca de Alicante y así llega a Jávea, no buscando el paisaje marítimo que se le revela, sino por una cuestión agrícola", ha resaltado Varela.
Las sucesivas estancias en aquella pequeña localidad aún muy lejos de dedicar su economía al turismo fueron más prolongadas. Allí pasó en 1898, 1900 y 1905. Visitas que "le permitieron desarrollar toda la calidad de su pintura y evolucionar en sus técnicas y en la plasmación pictórica del natural, no solo de la naturaleza, sino también del paisaje humano".
El despegue en su carrera
El arco temporal de la exposición abarca desde que en 1896, con 33 años, su carrera artística "está despegando". De hecho, el año anterior había ganado una medalla en una exposición en Francia y el Estado francés le había comprado una obra. E incluye hasta su última visita en 1905, cuando está preparando su gran exposición individual en París para el año siguiente, donde va a "consolidarse como un gran maestro con un reconocimiento internacional".
En ese momento "encuentra este pequeño paraíso que le aleja del ruido de los clientes y del mercado del arte y se concentra en sí mismo y en el paisaje". Este lo refleja "con una pintura efervescente, incendiada a veces por el sol y el atardecer". En el que destacan "los mares esmeraldas y los azules profundos del Mediterráneo", ha señalado Varela.
Excepcional oportunidad
La exposición se articula en torno a una obra de esta etapa perteneciente a la colección permanente del Museo Carmen Thyssen, Rocas de Jávea y el bote blanco. A esta la acompañan veintiséis piezas "que rara vez salen del Museo Sorolla", por lo que resulta "excepcional" verlas fuera de Madrid.
La directora artística del Museo Carmen Thyssen, Lourdes Moreno, ha explicado que esta muestra ahonda en el objetivo de la pinacoteca de "profundizar en el estudio de la colección permanente". Y eso es posible gracias a la "colaboración muy fructífera" con el Museo Sorolla, que ha prestado "obras de gran nivel".
Para Moreno, "parte de la grandeza de Sorolla está en cómo sabe transmitir su emoción ante la naturaleza". Un trabajo que se observa en estas obras en las que utiliza "la misma paleta, pero con una gama de matices y tonalidades increíble".
Se trata de un Sorolla "en su mejor momento, que pinta para sí mismo, no para el público, sino para su propio disfrute", ha resaltado la directora del Museo Carmen Thyssen.