Patricia Aguilar, la joven de Elche captada por una secta a través de internet en 2016 y rescatada en julio de 2018 en Perú, asegura en una serie documental que estrena este martes Disney+ que "es muy difícil salir, es prácticamente imposible sin ayuda".
"Ahora vuelvo a ser yo", señala en su primera entrevista televisiva desde que fue encontrada por la policía peruana el 4 de julio de 2018, sola y al cuidado de varios menores, entre ellos su bebé de un mes, todos ellos desnutridos en una casa ubicada en una zona peligrosa la selva amazónica, sin agua corriente ni luz.
Aguilar explica que en aquel momento aún seguía bajo la influencia del hombre que la captó, Félix Steven Manrique, condenado a veinte años por trata con fines de explotación sexual y laboral, pero "poco a poco" se dio cuenta de que necesitaba ayuda.
"Darme cuenta fue el primer paso, pero aún queda mucho por recuperar", afirma la joven, que hoy tiene 24 años, se ha graduado en Integración Social y trabaja en una fundación de ayuda a personas con discapacidad.
"Mi historia es un final feliz, pero por desgracia muchas familias y mujeres no han podido tener este final", advierte en la serie "548 días: captada por una secta", dirigida por Olmo Figueredo ("El Estado contra Pablo Ibar") y José Ortuño ("¿Dónde está Marta?").
En 2020 Aguilar narró en un libro, escrito por la periodista Vanesa Lozano, cómo fue captada y arrancada de su familia por una secta sexual que la empujó a escaparse de casa el 7 de enero de 2017 para viajar a Perú a establecerse con su líder y otras dos esposas.
Su propósito ahora es advertir sobre cómo "la influencia de internet ha disparado el número de captados por sectas", según indican los responsables de la serie, que manejan datos según los cuales el 1% de la población mundial (400.000 en España) están "afectados directa o indirectamente" por sectas.
En ese sentido, reclaman "leyes que penalicen la persuasión coercitiva" para evitar que casos como el de Patricia Aguilar sigan siendo "invisibles y silenciados".
En el documental, Aguilar, sus padres y una prima materna que se volcó en la búsqueda, cuentan cómo fue seducida y manipulada por el líder de la secta, pero también la influencia que tuvo en su situación el abandono que sintió en su propia casa.
Sin cariño en casa
El informe pericial del caso apuntaba "evidencia de carencia afectiva que la torna dependiente a quien le ofrece cariño" y "proclive a ser manipulada por objetivos de afectividad emocional".
Con un padre ausente y volcado en el trabajo, su tío era una figura de referencia para ella, pero falleció repentinamente en 2015, lo que sumió a su madre en una depresión por la que dejó de atender a su familia. Fue entonces cuando Aguilar comenzó a interesarse por el esoterismo y la vida después de la muerte.
La serie muestra también las dificultades con que se topó su familia para rescatarla, dado que acababa de cumplir 18 años cuando se escapó. Finalmente, su padre viajó a Perú por su cuenta y en el consulado español encontró apoyo para presentar una denuncia ante la fiscalía peruana por trata de personas.
Aguilar describe la completa sumisión que mostraba hacia su líder, que la convenció a ella y a las otras dos mujeres de que él era un enviado de Dios con la misión de "repoblar la Tierra tras el apocalipsis".
Describe el "trabajo sexual diario" que tenían que realizar, sin condiciones de intimidad, las sesiones con ayahuasca y cómo poco a poco Manrique se fue mostrando más violento.
"Le poníamos a él por delante, habríamos muerto por él", confiesa, "pero llegó un momento en que nos pedía cosas que iban más allá de nuestros límites".