Un paso más en el largo y farragoso proceso administrativo para conseguir que los restos mortales del humanista y jurista Rafael Altamira (Alicante, 1866; Ciudad de México, 1951) y su esposa, Pilar Redondo, sean trasladados desde el cementerio de México Distrito Federal al camposanto de El Campello, donde reposarán junto a sus padres y suegros.
La familia del también literato ha firmado ya los poderes especiales ante notario (sujetos a normas emanadas de disposiciones de La Haya para estos casos), autorizando a una funeraria especializada a tramitar la exhumación, incineración y envío a España de las urnas, explican fuentes del Ayuntamiento de El Campello en una nota de prensa hecha pública este viernes. Los poderes, que ya están en México, los firma María luz Altamira García-Tapia, nieta mayor de Rafael y Pilar, familiar más cercano con vida.
A partir de ahora, y siempre bajo supervisión de la Embajada de España en México, queda que las administraciones españolas comprometidas con la causa que partió del Ayuntamiento de El Campello (respondiendo a una propuesta del alcalde Juanjo Berenguer respaldada por todos los partidos políticos), activen sus protocolos para que el traslado sea lo más rápido posible.
Además del Ayuntamiento, se han comprometido a asumir gestiones y gastos la Diputación Provincial de Alicante y la Generalitat Valenciana. "Contáis con todo el respaldo de la Generalitat en esta causa", indicó el presidente autonómico Puig tras el pleno que el Consell Valencià de Cultura celebró en El Campello a finales de febrero de este año.
Así, ha señalado que hará todo lo posible por lograrlo en referencia a las gestiones realizadas desde el 2022 ante los cuerpos diplomáticos y los gobiernos tanto de España como de México, país donde se encuentran actualmente los restos mortales de Rafael Altamira y de su esposa, Pilar Redondo. A eso añade un futuro viaje al estado centroamericano con el que, además, subrayar la importancia de la figura de Rafael Altamira.
Puig defendió la vigencia del legado de Altamira, un recuerdo necesario que es "fuente de inspiración" constante y "evoca a aquella generación de hombres y mujeres de la Edad de Plata alicantina, una generación extraordinaria que aportó luz tras el desencanto de finales del siglo XIX".
Para Ximo Puig, la herencia de Altamira "es una ventana al saber humanista" por sus múltiples facetas, entre ellas, las de jurista, escritor, pensador, pacifista, historiador, pedagogo y crítico literario. El presidente ha recordado que Altamira consideraba que la justicia y la educación estaban en la base de la paz y la convivencia. "Así lo recordamos tras un año de guerra", porque "sin justicia, no hay paz ni libertad".
También se refirió a la necesidad de revisar las propias convicciones cuando se confrontan con otras. "En un tiempo sobrado de verdades absolutas, ese es un bien preciado; la duda que denota humildad, la palabra que anticipa el acuerdo, la actitud que refleja respeto". "Menos hogueras y más ágoras; ese es el espíritu de Altamira: la palabra", añadió entonces.