El Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert ha presentado esta mañana el último monográfico de su revista Canelore, el número 73 en los 39 años de historia de la publicación, que recoge la historia de los últimos dos siglos de su actividad comercial. Se trata de "una de las ediciones más ambiciosas de la revista, una clara apuesta por mostrar la riqueza y diversidad de la provincia, poniendo en valor todos los sectores económicos", ha señalado la diputada de Cultura y vicepresidenta de la Diputación, Julia Parra
En sus 610 páginas, en las que han colaborado más de 80 articulistas de diferentes sectores, instituciones y organismos, se despliegan 73 artículos que recorren los tres sectores productivos (agricultura, industria y servicios). Pero si este número destaca especialmente es por todo el material gráfico aportado por instituciones y municipios, así como por el Museo Comercial de Alicante que dirige David Beltrà, coordinador del ejemplar junto a la arqueóloga Verónica Quiles.
Beltrá lleva 25 años coleccionando cajas, carteles, etiquetas, facturas, hasta conseguir una variadísima muestra de más de 100.000 piezas que conforman un proyecto único que aspira a convertirse en un museo visitable. Por esta razón, Quiles agradeció especialmente el trabajo de todos los colaboradores, archiveros, cronistas, periodistas y empresarios que han participado en este trabajo.
Un "punto y seguido" ha afirmado el presidente de la Diputación, Carlos Mazón, quien ha anunciado que ese proyecto de crear un gran Museo Comercial sigue adelante y que no ha podido tener su germen durante este mandato por los problemas derivados de la pandemia. Al igual que la decisión de volver a nombrar un cronista oficial para la provincia, "que tan necesario es".
Mazón ha añadido que se trata de "un número deseado, perseguido y trabajado por todos nosotros" porque demuestra el "orgullo de pertenencia a esta provincia". Y es que en su opinión, "el requisito básico para el mejor comercial es que esté convencido de que su producto es bueno, el que lo adora y está convenció de sus bondades". Precisamente por eso los alicantinos son los mejores embajadores de sus productos.
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Desde la uva y el resto de las denominaciones de origen, a las conservas, pasando por el tomate, la sal, el fondillón, los licores, los cítricos, el tomate, las brevas, melones, los dulces, helados, turrones o harinas, la pesca, las olivas, el arroz, las especias las pasas las infusiones y el café. El monográfico repasa una por una todas las actividades agroalimentarias de una de las provincias más diversas de España.
Para continuar con el Turismo, el cartelismo, la hojalata o todas las manifestaciones industriales de sus ocho comarcas: cerámica, la palma blanca, el cáñamo, la seda, la cestería, el jabón, alfombra, los muebles, las sillas, las persianas, el juguete, el mármol, el calzado o el papel de fumar. Y finalizar con la etnografía económica de empresarios y obreros, lo que ha quedado en nuestras tradiciones o incluso en la lengua.