La tesis doctoral de Laura Soler (Alicante, 1980) iba a versar sobre la mujer y la discapacidad. En silla de ruedas por una discapacidad física y con un nivel de dependencia del 76 %, parecía predestina a investigar sobre ese tema.
Pero su padre le propuso un cambio y que se centrara en una de sus pasiones, las telenovelas latinoamericanas. "Ahora que te vas a meter de concejala, tiene que ser algo que te guste realmente porque si no, lo abandonarás", le dijo.
Era el año 2007 y Soler se convertía en la primera edil con discapacidad del Ayuntamiento de Alicante. Ocho años después (2015) defendería su tesis 'Teoría y evolución de la telenovela latinoamericana', dirigida por José Carlos Rovira Soler y en 2019 volvía a la política para convertirse en la primera diputada con discapacidad en les Corts valencianes, donde continúa en la actualidad en las filas del PSPV-PSOE.
Ahora, cuenta, empieza a recoger los frutos de su trabajo de investigación, por el cual "llegaron a reírse de mí en público", despertando el interés de otros doctorandos, como el de un estudiante en Camerún o un serbio en Valencia, a los que está asesorando, o glosando de reseñas suyas un episodio de podcast "por el cual me han citado muy poco", se lamenta. Su sueño es que su tesis sea publicada por alguna editorial interesada en las telenovelas, "el principal negocio audiovisual de Latinoamérica", recuerda.
Los orígenes
El idilio de esta doctora en Filología Hispánica por la Universidad de Alicante con la telenovela se remonta, como cabría pensar, a su infancia. "Estaba en casa de una amiga por la tarde cuando en la tele estaban poniendo 'Cristal'", avanza. "Recuerdo perfectamente la musicalidad o las palabras que usaban que me llamaban tanto la atención como 'chévere' o 'arepa' y ya las iba apuntando en mi libreta".
Con 12 años empezaba a comprender que el mundo que veía en la pequeña pantalla, "lleno de valores católicos y de mentalidad tradicionalista", poco tenía que ver con su familia, de carácter progresista. "Para mi era un mundo tan cercano, pero a la vez tan ajeno en cuanto a valores...".
Cuando decidió sumergirse de lleno en la investigación de este género, y tras tener que desarrollar un marco conceptual prácticamente desde la nada "porque casi no hay nada escrito", llegó a la conclusión de que existen tres tipologías de telenovelas.
La de 'Cristal' representaría la primera, la telenovela rosa tradicional, que llega a calificar de "ultraconservadora" y cuyo origen se remonta a la radionovela. Como ocurre con las turcas, las colombianas tienen un esquema "que nunca falla", que no es otro que "el de los cuentos de hadas", basado en "el amor y el derecho a soñar" por el cual "chica pobre se casa con chico rico".
El 'boom' de Netflix
Una derivada de la primera tipología sería la telenovela tradicional 'estilizada' ("porque se hacen más reducidas en el tiempo"), la cual la representa en la actualidad 'Café con aroma de mujer' (Netflix) que tiene "solo" 88 capítulos de 45 minutos frente a los habituales 200.
Esta producción colombiana ha llegado a ser la más vista de la plataforma, ocupando el número 1 en lengua no inglesa, aunque curiosamente, como recuerda esta especialista, su enorme éxito mundial no ha sido tal en Colombia, a cuyos espectadores "les parece poco telenovela".
Con unos "valores feministas" impropios de este género, esta serie también ha conquistado a Laura Soler precisamente por eso. "Está muy bien tratado el tema del amor sano y hay poco del amor tóxico para que la gente más joven entienda que eso no deba ser", espeta.
Su éxito de audiencia se explica también por otros factores. Los hombres, "reacios" a reconocer que ven telenovelas, asociadas al público femenino, y también muchas mujeres a las que les da vergüenza reconocerlo, "dicen: 'yo no veo telenovelas, yo veo Netflix'", algo que "queda mucho mejor".
Unos hombres a su vez que se habrían enganchado a este género a raíz del confinamiento y la pandemia, "cuando su consumo se ha disparado", trayendo "una mayor relación de los espectadores con la pantalla de casa que antes, más acostumbrados a salir a la calle".
Y todo, bajo el contexto del Covid, ahora de la guerra en Ucrania, "desgracias tan fuertes cargadas de incertidumbre que llevan a muchos espectadores a este espacio de desconexión". Algo parecido ocurriría en los años 80 con 'Cristal', recuerda, cuando este fenómeno televisivo triunfó en España "como contrapeso a lo valores de La Movida Madrileña", caracterizados por los nuevos aires frente a la represión de la dictadura.
Otros dos tipos
En su tesis doctoral, la actual diputada autonómica establece otros dos tipos de telenovelas diferenciados. Por un lado estaría la conocida como telenovela intermedia, encarnada por el también éxito mundial de 'Yo soy Betty, la fea' (1999), emitida en más de 180 países y doblada a 25 idiomas.
Esta nueva versión del clásico del 'patito feo' mantenía los esquemas del formato tradicional, pero con la enorme salvedad de que "se reía del género en sí mismo" e introduce "cambios importantes", aunque "manteniendo la forma", como que la chica fea y pobre "se convierta en la guapa de clase media".
Y por último, como explica en su tesis doctoral, existe -o mejor dicho, existió- la telenovela comprometida, que tuvo su hueco al calor de los nuevos aires políticos que trajeron los gobiernos de Chávez en Venezuela o los Kirchner en Argentina con el cambio de siglo.
"Aquí se buscaba el argumento propio de cada país y el compromiso político de educar" a la sociedad en base a los valores de los nuevos gobiernos. "Para mí fue todo un descubrimiento" dar con telenovelas como la que abordó la apropiación de bebés y niños por parte de la dictadura militar argentina. "Se asesoraron con las Abuelas de la Plaza de Mayo y estas pusieron como condición que las imágenes que aparece en la serie de niños desaparecidos fueran reales", asevera.
Durante la telenovela se dispararon un 15% las llamadas sobre desaparecidos, "y tres personas encontraron a los seres queridos que estaban buscando", sentencia.