Las lecciones aprendidas en la lucha contra la peste negra que asoló Europa en los siglos XIV y XV están disponibles en el manual de Lluís Alcanyís, uno de los incunables que conserva la Biblioteca Valenciana Nicolau Primitiu. La digitalización de estos libros escritos antes de la llegada de la imprenta permite ver cómo se trataba una pandemia que llegó a matar en cuatro años a la mitad de la población de Eurasia.
Regimen Preservatiu i Curatiu de la Pestilencia editado en 1490 es obra del médico Alcanyís, de la cual sólo se conservan tres ejemplares en el mundo. Y los otros dos están en la Biblioteca de Cataluña y en la National Library of Medicine de Estados Unidos.
"No he visto de todas las causas de morir ninguna más triste, más aguda y más cruel que esta epidemia", escribía en aquel año. En aquella época la enfermedad se había extendido por Castilla y ya se aplicaba lo que llamamos confinamiento perimetral porque se cerraron los pasos entre la meseta y el reino de Valencia.
¿Y qué medidas preventivas aplicaba este doctor judío que años más tarde recibiría la máxima pena de la Inquisición? En su escrito habla de la importancia de "la bondad del aire", al que define como "una virtud celestial porque altera nuestros cuerpos". Y lo primero que recomienda es elegir la "villa o ciudad de buen aire". En cualquier caso, propone acompañarlo por el humo de romero, enebro, ciprés y otras.
La cuarentena
Si la calidad del aire, o lo que ahora se definiría como ventilación, le preocupaba. Alcanyís tenía clara otra recomendación, la del aislamiento. "Sobre todo, guárdese de comunicarse con gente infectada, y que vengan de lugares infectados, como se ha visto por tal ocasión de muchas ciudades y villas acabar en gran ruina", escribe.
De las medidas preventivas también trata cómo debe de abordarse el cuidado de los enfermos. E insiste en que "lo primero es renovar el aire de la habitación donde estará el paciente con los perfumes anteriormente dichos". Un aspecto en el que subraya la necesidad de la higiene de esta habitación, o de la casa, en la que aplica una cuarentena mucho más extensa que las actuales pues habla de cumplirlas "dos o tres meses".
Los incunables
El incunable es el libro impreso desde que se inventó la imprenta hasta el 1 de enero de 1501, como recoge Efe a propósito de esta línea de divulgación de la Biblioteca Valenciana. Son ejemplares únicos con unas características particulares que reflejan esa transición del manuscrito a la impresión. Ahora, como destacan, se pueden consultar a través de la web Bivaldi.
Por ejemplo, los incunables carecen de portada tal como la entendemos en la actualidad, porque los manuscritos tampoco tenían una primera página específica que recogiera el título de la obra. Otra de las reminiscencias que guardan de los manuscritos es la letra inicial de los textos, que suele ser decorada al estilo de los manuscritos iluminados.