Con El palacio de terciopelo la periodista María José Marcos Fuster se lanzó a la novela de ficción. Y lo hizo con la ambición suficiente como para plantear de entrada una trilogía erótica, Las damas oscuras. Asegura que no era seguidora del género y la que había leído en su momento, que fue Historia de O, "no tiene absolutamente nada que ver".
Si del clásico francés reconoce que le "impactó el contar de manera explícita ciertas cosas", de otras creaciones más contemporáneas e igualmente exitosas no ha sentido "que encajaran en mi personalidad como lectora". De hecho, lo que se ajusta más a su perfil es la novela negra. Por eso sitúa este proyecto en la categoría de intriga erótica.
Eso sí, puntualiza, "el sexo es como un personaje más de la historia. A través de él vas a conocer la verdadera personalidad de los protagonistas". Y con ellos acompañar al lector por el juego que le plantea para descubrir lo que define como "el secreto imperdonable".
Este último, explica, sería la suma de los que cada uno de los personajes va ocultando al resto "por vergüenza o miedo". Y ya avisa a quien lo quiera desentrelazar "nada ni nadie es lo que parece".
Hombre cruel
En la historia de Deby, una treintañera que acaba de salir de una relación formal y que conoce a un hombre, enfatiza los atractivos de este último: "Maduro, interesante, culto, seductor en el sentido más amplio de la palabra". Valores que contrapone a la "capacidad de combinar esos modales de caballero con la más absoluta crueldad".
La evolución de esos personajes, promete, se podrá ver en su "vida íntima".
Cuenta que se vio obligada a escribir esta historia porque "literalmente escuchaba voces en mi cabeza". En su libreta de ideas fue anotando lo que le decían los dos primeros personajes que le hablaron, Lucy y Dante. "A partir de ellos fueron apareciendo los demás", explica.
A su protagonista, Deby, le añade también "esa voz de la conciencia social que tenemos todos y a la que no hace caso nunca. Pero quería mostrar que todos tenemos deseos que refrenamos porque tenemos miedo de lo que puedan decir los demás, como sus amigas".
Escribir y el sexo
Pese al éxito de autoras como E.L. James, Megan Maxwell o Elísabet Benavent cuando Marcos Fuster se presentó como autora tuvo gente a su alrededor que se sorprendió de su elección. "Al mover el libro", recuerda, "una editorial me dijo que la veía demasiado atrevida y que los lectores no estaban preparados para sentir de manera tan explícita las escenas que se relataban".
Aquella reacción le chocó. Y esa sorpresa la siguió manteniendo cuando le repetían cosas parecidas compañeros de profesión y excolegas. "'Ay, con lo buenina que pareces...', me decían. Y puedo serlo pero tener una carga erótica importante. Me parece hipócrita", concluye al respecto, "cuando el sexo está presente en nuestras vidas. ¡Pobre del que no tenga!".
Estas son pruebas de la actitud con la que lo encara. "Me considero una mujer con muy poquitos prejuicios", apunta. "Pero es que el sexo no debe serlo porque forma parte de nuestros instintos y necesidades naturales. Que yo mencione en el libro las cosas por su nombre no debería escandalizar".
Y cuando sus amigas fueron sabiendo lo que manejaba, ejercían de esa voz de la conciencia que antes mencionaba. A lo que ella respondía como su protagonista. "No me preocupa que lo sepan en el trabajo. Podemos ser buenos y eróticos".
El libro, presentado en noviembre de 2020, tiene ya cerca su continuación. "Si todo va bien", remarca, "será en septiembre". Y después de unos meses en lo que se ha notado el aumento de la lectura por el confinamiento, espera que sea el momento adecuado para devolver los personajes a sus lectores.