Alicante

Todavía en estado de shock y con un nudo en la garganta, Esther Labaig atiende a EL ESPAÑOL De Alicante 12 horas después de haber sufrido el peor terremoto de la historia de Marruecos; ella y otros 50 españoles y españolas que estaban en la celebración de una boda en un complejo hotelero.  

"Gracias a Dios, hemos sobrevivido, hemos tenido la suerte de que nos pillara en un hotel de las afueras de Marrakech", avanza al principio de la conversación telefónica. Ese hecho, que estuvieran, como ella ha descrito, "en una zona libre de edificios que se estuvieran derrumbando", le permite sentirse "una privilegiada"

Porque está siguiendo, cuenta, las noticias al detalle y ya sabe que, a esta hora, van más de 800 muertos. "Es que es de una magnitud 6,8", nos dice a nosotros, o mejor dicho, se dice a ella misma, como siendo consciente en este momento de la fuerza arrolladora de este temblor que también se ha sentido en el sureste español

[Exteriores no tiene constancia de españoles muertos ni heridos por el terremoto en Marruecos]

Desde el principio de la entrevista y durante toda la misma insiste por ello en que lo que le ha pasado a ella y a otros compatriotas españoles amigos suyos "es una anécdota" comparada con la desgracia humana que están sufriendo los propios marroquíes. Entre ese medio centenar de españoles, la mayoría de ellos hospedados en dicho hotel, por suerte, no ha habido que lamentar ningún daño personal

"Cuando ocurrió estábamos cenando en el jardín", avanza en su relato. "En ese momento no te da tiempo ni a pensar, empiezas a ver que todo tiembla de manera horrorosa, que caen cristales, y te das cuenta de que es un terremoto y decidimos salir corriendo instintivamente hacia la zona del jardín donde el edificio no estaba próximo", cuenta. 

En cuestión de segundos, se dieron cuenta de la importancia del suceso: "Nos dimos cuenta de la suerte de no estar dentro del edificio porque empezamos a ver muchos cascotes caídos por todas partes, grandes grietas, cristales reventados; el edificio ha sufrido grandes daños", prosigue. 

De esto también se dio cuenta, horas más tardes, cuando las autoridades locales les dieron permiso para recoger sus maletas y pertenencias de las habitaciones del hotel. Lo hicieron, explica, "deprisa y corriendo" en cuestión de segundos ante el temor a nuevas réplicas (hubo finalmente dos de momento, pero de escasa magnitud). Tiempo suficiente para cerciorarse de cómo había quedado su cuarto. "Estaba totalmente destrozado, lleno de cascotes", asegura. 

Después del temblor llegó la preocupación entre los invitados a la boda, "sobre todo los novios, estaban muy agobiados, ya que habían montado la boda con mucha ilusión". Es por ello por lo que entre amigos y familiares "tratamos de restarle importancia para no agravar más" la situación, aunque la fiesta no podía seguir, obviamente. 

Ya, de madruga, han sido trasladados a otra zona "de casitas bajas que no ha sufrido daños estructurales, y estamos aquí confinados en el jardín", afirma ahora Esther Labaig. "Quiero dar las gracias a todos los trabajadores del hotel que nos han ayudado en todo momento pese a los problemas que pueden tener ellos y sus familias", añade, "e insisto, lo nuestro no tiene importancia comparado con lo que ha ocurrido en esta ciudad", puntualiza la húmero 2 de Turismo de la Generalitat Valenciana.