Alicante

"El problema no es tanto la observación como la falta de conciencia o formación para hacerla. Nunca ha habido tantas facilidades para disfrutar de animales en su entorno natural, pero es indispensable que se divulgue la manera correcta para evitar perturbar sus hábitos, con consecuencias que pueden ser graves". Quien habla es Francisca Giménez Casalduero, Doctora en Biología del departamento de Ciencias del Mar y Biología Aplicada de la Universidad de Alicante.

La costa de Xàbia es uno de los principales puntos de observación de cetáceos desde la costa del Mediterráneo. Cada año cientos de ejemplares de ballena rorcual común, el segundo animal más grande del planeta, recorren este tramo de corredor mediterráneo que pasa por la costa levantina.

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Sin embargo, la impresionante estampa de los animales nadando cerca de la costa se ha convertido este 2022 en una suerte de atracción turística para embarcaciones de recreo, que se acercan a estos animales llenas de gente para grabar vídeos y tomar fotos y subirlas a las redes sociales. Así lo ha captado en imágenes la asociación EDMAKTUB, dedicada a la observación y divulgación del medio acuático.

"Parece que después de la pandemia la gente ha salido con ganas", dice Casalduero. "Pero es importante tener en cuenta que el ecosistema es muy delicado, y con este tipo de comportamientos es probable que se pueda causar un daño irreparable", explica.

En este sentido, poca gente es consciente de que el Gobierno de España declaró en 2018 como zona marina protegida este espacio de migración de cetáceos, ubicado entre las costas de Cataluña, la Comunidad Valenciana y el archipiélago de las Islas Baleares. Se trata de una zona de 46.300 kilómetros que presenta "un gran valor ecológico" y constituye "un corredor de migración de cetáceos de fundamental importancia para la supervivencia de estos animales marinos en el Mediterráneo Occidental".

Según el Gobierno, en esta franja de aguas se ha constatado la presencia de rorcual común (Balaenoptera physalus), que mantiene pautas migratorias, así como de otros cetáceos que no se rigen por pautas migratorias definidas.

Entre ellos destaca el delfín mular (Tursiops truncatus), el delfín listado (Stenella coeruleoalba), el delfín común (Delphinus delphis), el calderón común (Globicephala melas), el calderón gris (Grampus griseus), el cachalote (Physeter macrocephalus) y el zifio de Cuvier (Ziphius cavirostris); así como de tortugas marinas como la tortuga boba (Caretta caretta), tiburones y aves marinas.

Necesidad de protección

De hecho, el denominado "Proyecto Mediterráneo para la identificación de las Áreas de Especies de lnterés para la Conservación de los Cetáceos en el Mediterráneo Español", publicado en 2004, ya identificaba este espacio como un área de especial interés por ser una ruta migratoria de cetáceos.

El estudio incidía en la necesidad de proteger esta zona por concentrar gran diversidad de especies de cetáceos y por ser de especial relevancia como zona de paso migratorio de estas especies hacia sus áreas de cría y alimentación en el norte del Mediterráneo. Para ello, proponía la declaración de este espacio como Zona Especialmente Protegida de Importancia para el Mediterráneo (ZEPIM) del Convenio de Barcelona.

Desde entonces diversos estudios posteriores reiteran en sus conclusiones la importancia y singularidad de esta zona marina para especies pelágicas de cetáceos y tortugas y recalcan la conveniencia de su protección mediante la figura de ZEPIM.

Los efectos sobre los cetáceos que se asocian al ruido submarino "son la interferencia en la comunicación y cohesión social, la interrupción de actividades vitales como la alimentación, la reproducción, o la migración, el abandono de hábitats esenciales, cambios en los patrones de natación y buceo, o el impedimento para la detección de predadores o de otros peligros (presencia de embarcaciones o de artes de pesca, etc), y la desorientación y varamientos masivos".

De hecho, "algunos de estos efectos fisiológicos y de comportamiento derivados del ruido se han apreciado también en tortugas marinas, pudiendo comprometer la supervivencia de estos reptiles", indican las mismas fuentes.

Por eso la doctora en Biología por la Universidad de Alicante considera que "la educación" a la hora de abordar la aproximación a la fauna marina es "fundamental", algo que se ha visto acentuado en la época de los selfies y las redes sociales. Cada vez hay más medios, pero menos conciencia sobre el impacto que puede causar en el medioambiente. Así, pone como ejemplo "la moda de ir por los arrecifes de la costa, en plataformas que están protegidas". "Y si 30 personas pasan por una plataforma de arrecifes este se muere de forma instantánea", dice.

El Consell pide prudencia

El problema de las ballenas a su paso por la costa valenciana ha llegado incluso a la Administración autonómica. La consellera de Agricultura, Desarrollo Rural, Emergencia Climática y Transición Ecológica, Mireia Mollà, anunció la semana pasada que había encargado al Servicio de Vigilancia Marina el control de las embarcaciones para garantizar la protección y el comportamiento responsable con las ballenas en las costas de la Comunidad.

Mollà, incluso solicitó a ese Servicio -pionero de conservación de las praderas de posidonia, según la Generalitat- que grabe y documente las presuntas infracciones de los barcos de recreo y que incluya, entre sus trabajos de educación ambiental, informar sobre la normativa de protección de los rorcuales para evitar la mala praxis.

Anunció, además, que convocará una reunión con el conjunto del sector náutico para promover el cumplimiento de la legislación que prohíbe la persecución de cetáceos (ballenas, delfines y marsopas), así como acercarse a ellos a menos de 60 metros.