El asteroide Florence, que debe pasar mañana a siete millones de kilómetros de la Tierra, será el mayor asteroide en acercarse tanto a nuestro planeta desde que se tienen registros, lo que supone una oportunidad única para su estudio.
"Aunque muchos asteroides conocidos han pasado más cerca de la Tierra de lo que lo hará Florence, todos eran más pequeños", dijo en vísperas de este acontecimiento Paul Chodas, director del Centro de Estudios de Objetos Cercanos de la Agencia Aeroespacial de EEUU (NASA).
Florence, que según las mediciones del telescopio espacial Spitzer, de la NASA, tiene un tamaño de unos 4,4 kilómetros de longitud, pasará al equivalente a unas 18 veces la distancia entre la Tierra y la Luna, con lo que no supone ninguna amenaza, según los cálculos de la NASA.
Pero su volumen hace de él el mayor que pasa tan cerca de la Tierra desde que comenzó el programa de la NASA para detectar y rastrear los asteroides próximos al planeta, y no volverá a visitarnos hasta el año 2.500, lo que constituye una oportunidad única de investigación para los astrónomos.
"Se espera que Florence, que viaja a una velocidad de 13,53 kilómetros por segundo, sea un excelente objetivo para las observaciones de radar terrestres", apuntó la NASA.
Según explicó la agencia aeroespacial, su paso se aprovechará para realizar proyecciones de imagen de radar desde el sistema de radar de Goldstone, en California, y el observatorio de Arecibo, en Puerto Rico, entre otros.
Además el Observatorio Astronómico de Mallorca, entre otros, colaborará desde España en la misión de seguimiento del asteroide.
Las imágenes de radar resultantes mostrarán el tamaño real de Florence y también podrían revelar detalles de la superficie tan pequeños como unos 10 metros.
Esto permitirá conocer su tamaño con mayor detalle, así como su topografía, rotación, textura y su trayectoria orbital de manera más precisa.
Florence, bautizado en honor a la pionera de la enfermería moderna Florence Nightingale (1820-1910), fue descubierto en 1981 por el astrónomo estadounidense Schelte "Bobby" Bus mientras trabajaba en el observatorio de Siding Spring, en Australia.
Es un asteroide clasificado por el Centro de Planetas Menores de la Unión Astronómica Internacional como "potencialmente peligroso", aunque no representa ningún riesgo para la Tierra.
Y según los astrónomos, es lo suficientemente grande como para verse con pequeños telescopios e incluso con binoculares, como una pequeña "estrella" muy lenta.