El pasaporte sirio hallado junto al cuerpo de uno de los terroristas que atentaron el sábado por la noche en París, pertenece a un ciudadano que entró en Europa en octubre vía Grecia. Este extremo ha sido confirmado por Nikos Toscas, viceministro griego a cargo de la policía. Toscas indicó incluso la fecha y el punto por el que habría entrado esta persona: “El propietario de ese pasaporte entró en Grecia el pasado 3 de octubre a través de la isla de Leros”. No obstante, el ministro hizo un llamamiento a la prudencia y aseguró que no hay certeza de que alguno de los terroristas fuese un refugiado sirio, ni de que el pasaporte perteneciese a la persona que lo llevaba, ni siquiera de si se trata de uno de los terroristas o de una víctima.
Según la cadena "BFMTV", el pasaporte, que fue hallado junto a otro egipcio, pertenece a un refugiado sirio nacido en 1990 que se registró en la lista de Leros.
En los últimos meses, varios políticos de la derecha europea habían protagonizado discursos que hablaban de hipotéticas vinculaciones entre los refugiados sirios y Estado Islámico. El primero en relacionarlos fue el primer ministro húngaro, Víktor Orban. El dirigente magiar siempre se mostró contrario a la llegada de refugiados sirios a Europa, que pasaban por su país en el trayecto a Alemania. La presunta vinculación entre algunos de estos migrantes y Estado Islámico fue uno de los principales argumentos que esgrimió para justificar su política contraria a la llegada de refugiados. El primer ministro húngaro modificó la ley antiinmigración, facilitó el despliegue del ejército en las zonas por las que entraban los refugiados y levantó una valla de 175 kilómetros en la frontera con Serbia. Orban criticó a la UE su “incapacidad para controlar la situación. Corresponde a cada país controlar sus fronteras externas, y eso es lo que está haciendo Hungría”.
En España, el vicesecretario del PP en el País Vasco, Javier Maroto, hizo unas declaraciones en radio Vitoria en la misma línea: "Entre los sirios que entran hay muchos yihadistas. Son personas que un día ponen una bomba en cualquiera de nuestras ciudades" dijo Maroto, que seguidamente advirtió de que si se produjesen atentados, “luego habrá quien pida explicaciones”. El popular pidió que fuese el gobierno el que controlase esta situación: "El Gobierno tiene que hacer las cosas bien porque si entre 1.200 refugiados hay 20 yihadistas, esos 20 van a tomar parte y van a hacer las cosas que hemos visto en la televisión". Sus declaraciones generaron una gran polémica y al día siguiente las matizó. "No son las palabras más acertadas", reconoció.
En la misma línea se pronunció el ministro del Interior Jorge Fernández Díaz, que advertía de que entre los miles de refugiados que entran en Europa procedentes de Siria pudiesen haber elementos yihadistas infiltrados. "No podemos descartar esa posibilidad", advirtió. La vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría se apresuró a hacer declaraciones al día siguiente en sentido contrario. Sin mencionar a su compañero de partido, Sáenz de Santamaría evitó relacionar a los refugiados con el terrorismo. "Las personas que salen de Siria huyen precisamente del terror, huyen del terrorismo y nuestra función como Estado es proteger la seguridad de los españoles y también de quienes huyen a vivir entre nosotros, como estos refugiados", señaló.
Antonio Cañizares, obispo de Valencia. El pasado 14 de octubre hizo unas declaraciones en Forum Europa en las que preguntaba si "esta invasión de inmigrantes y refugiados es trigo limpio". El prelado expuso que “hoy puede ser algo que queda muy bien, pero realmente es el caballo de Troya dentro de las sociedades europeas y en concreto de la española”. Cañizares, que se hizo con laArchidiócesis de Valencia hace un año, fue duramente criticado por dichas declaraciones por la diputada valencianaaMònica Oltra, el alcalde de Valencia, Joan Ribó, y la de Barcelona, Ada Colau, así como por la agencia para refugiados ACNUR