La libertad económica y su corolario la libertad de empresa han sido y son los factores determinantes del crecimiento, del aumento del nivel de vida de los individuos y de la extensión del bienestar a todas las capas de la población. Por añadidura, esos dos conceptos se resumen en un solo: el derecho de todo ser humano a controlar su propio
trabajo y su propiedad; a trabajar, producir, consumir a invertir como quiera.
Los países donde la libertad económica es mayor tienen en promedio un PIB per cápita 10 veces superior al de los países en donde aquella es baja o muy baja. Esto refleja de manera indiscutible la abrumadora superioridad del capitalismo liberal frente a cualquiera de sus opciones alternativas.
En este contexto, el Instituto de Estudios Económicos (IEE) acaba de publicar el clásico informe de la Heritage Foundation. En él se da cuenta de la evolución de la libertad económica y de la libertad de empresa a escala global en 2023, complementado por el centro de pensamiento de la CEOE con un análisis comparativo de la trayectoria de esos dos indicadores en España frente a lo acaecido en los demás estados de la OCDE y de la Unión Europea (UE-27).
La libertad económica y su corolario la libertad de empresa han sido y son los factores determinantes del crecimiento, del aumento del nivel de vida de los individuos y de la extensión del bienestar
La economía española es un 23,7 menos libre que la del promedio de los países OCDE. Ocupa el puesto 31 de 38 en ese ranking. Si la comparación se realiza con la UE, la Vieja Piel de Toro es el cuarto país de la UE-27 con menor libertad económica, un 8,9% inferior a la media comunitaria y un 23,4% respecto a la del estado de esa área con mejor calificación, Irlanda.
Los malos resultados obtenidos por España tienen su origen en la negativa valoración de todo lo relacionado con el tamaño y las funciones del Estado: volumen y eficiencia del gasto público, carga fiscal, efectividad judicial, buen gobierno y la salud fiscal.
En este último epígrafe, España recibe un 0 como consecuencia de sus elevados niveles de déficit y deuda pública. La economía nacional está en el pelotón de cola, puesto 34 de 38, en el capítulo relacionado con la dimensión del Estado. En otras palabras, como dijo el gran Ronald Reagan: "El Estado no es la solución. Es el problema".
España ocupa también uno de los primeros lugares del ranking en la intervención pública cuya finalidad declarada es redistribuir de los ingresos. Sin embargo, curiosa paradoja, los distintos programas de transferencias aplicadas en comparación con los del resto de los países avanzados favorecen en mayor medida a los tramos de rentas más elevados.
En la práctica, la estrategia redistributiva del Gobierno sólo ha servido para incrementar el gasto-déficit estructural
El 20% de la población instalada en ese quintil recibe el 31% del total de las ayudas monetarias percibidas por las personas en edad de trabajar, un porcentaje 10 puntos superior a la media UE y 12 respecto al promedio en la OCDE.
Lo descrito muestra de una manera rotunda la enorme ineficiencia del Estado, su ingente derroche de recursos y desmonta la falacia según la cual la expansión del gasto y el aumento de los impuestos se traducen en de manera inexorable en equidad social y en una mejora significativa de las condiciones de vida de los individuos más necesitados. En la práctica, la estrategia redistributiva del Gobierno sólo ha servido para incrementar el gasto-déficit estructural. Es un enorme fracaso.
El crecimiento económico de un país está ligado a la facilidad para crear nuevas empresas
El crecimiento económico de un país está ligado a la facilidad para crear nuevas empresas, facilitar el desarrollo de las existentes y el cierre de aquellas incapaces de sobrevivir en un mercado competitivo. Esto implica crear un marco institucional y regulatorio capaz de incentivar el despliegue de la iniciativa privada e impulsar el aumento de la productividad.
En este sentido, el Índice de Libertad de Empresa elaborado por Heritage Foundation ubica a España en la mitad inferior del grupo de países desarrollados. Y esta situación tenderá a empeorar a causa de la creciente acción antiempresarial realizada por el Gobierno.
El sustrato ético del capitalismo no es otro que el derecho de los individuos a desarrollar su autonomía y desarrollar su creatividad, a poner a prueba sus ideas e iniciativas en un mercado competitivo donde son premiados o no por sus semejantes.
Las empresas son las que ordenan ese proceso, pero su éxito o su fracaso dependen de una sola cosa, su capacidad de satisfacer las exigencias de los consumidores. Son estos, los que, en última instancia, dirigen la producción.
El mercado es el símbolo real de la democracia económica en su sentido puro y pleno, la expresión nítida de la soberanía del individuo
Por eso, el mercado es el símbolo real de la democracia económica en su sentido puro y pleno, la expresión nítida de la soberanía del individuo.
En España existe una falsa y extendida creencia conforme a la cual es posible separar la libertad económica de la libertad política. Pues bien, ambas son la cara y la cruz de una misma moneda, restringen la capacidad del Gobierno para controlar la vida de los individuos, su posibilidad de perseguir los fines que deseen siempre y cuando no vulneren la vida, la libertad y la propiedad de los demás.
El capitalismo de libre empresa es pues un modelo superior en términos morales y de eficiencia a los sistemas en los cuales el colectivismo vegetariano o el carnívoro imperan.