La verdad es que se me había pasado por la cabeza titular esta columna pornología, combinando pornografía y tecnología, pero he visto que es una palabra que ya se está usando con otro significado y que incluso hay un libro con este nombre. Así que he optado por ser directo y decir que es importante que hablemos de pornografía, no se trata tanto de hablar de por qué los hombres y las mujeres somos distintos, ni de las razones que hay detras de que a unas personas les estimule más la vista que el oído – por mencionar dos sentidos –; sino de recordar que en el siglo XXI hay temas que ya no deberían ser tabú y que no hablar de los mismo tiene consecuencias no deseadas.

Todos sabemos que debido al fácil acceso a ordenadores y, sobretodo, a dispositivos móviles, el acceso a la pornografía está muy extendido. Hace poco leí que la edad media a la que los niños ven pornografía por primera vez es de 13 años y que a los 9 años el 10% de los mismos ya ha visto pornografía. La verdad es que me parecen datos preocupantes por muchas razones, pero el hecho de que un porcentaje elevado de estos niños vean pornografía por primera vez de manera accidental, mientras navegan por internet, todavía me parece más alarmante. 

Leo un comentario del Children’s Commissioner de Reino Unido que me parece muy acertado: "Permítanme ser absolutamente claro: la pornografía online no es equivalente a una revista de 'top-shelf'. El contenido para adultos al que los padres pueden haber accedido en su juventud podría considerarse 'pintoresco' en comparación con el mundo actual de la pornografía en línea. Las representaciones de degradación, coerción sexual, agresión y explotación son habituales y están dirigidas desproporcionadamente contra las adolescentes. Me preocupa profundamente la normalización de la violencia sexual en la pornografía en línea y el papel que esto desempeña en la concepción que tienen los niños del sexo y las relaciones". 

No os confundáis, no soy ningún puritano, tengo claro que el mundo evoluciona y que las definiciones de placer y vicio también lo hacen. Lo que me preocupa es que el 90% de los adolescentes dice ver porno y que, sorprendentemente, el 90% de los padres dice que sus hijos no ven porno. La verdad es que son datos llamativos no tanto por las cifras en sí mismas, como porque da la impresión de que algunos no quieren reconocer la realidad. 

No podemos negar que el acceso masivo a internet y la transformación digital han cambiado totalmente la industria de la pornografía, ni que es muy dificil para los legisladores controlar la edad real de acceso a las páginas para adultos, ni siquiera verificar si esas imágenes se han conseguido respetando las legislaciones aplicables en los países en los que se visualizan. Pero, tampoco podemos negar que algo no funciona si esa es la escuela de sexo de nuestros jóvenes. 

Seguro que estos son algunos de los motivos que han hecho que la secretaria de Estado de Igualdad y para la Erradicación de la Violencia contra las Mujeres haya lanzado una campaña específica sobre este tema: Habla, escucha, protege. El 90% del contenido pornográfico que consumen los menores es violento y, como dijo la Secretaría de Estado, Aina Calvo, durante la presentación de esta campaña, "No es sexo, es violencia y no podemos aceptar la normalización, la erotización y la justificación de esa violencia". 

Hay quien dice que los niños no deberían poder ver pornografía a estas edades, que no deberían tener acceso a contenido para adultos. Teniendo en cuenta las limitaciones y las complejidades técnicas existentes, creo que poner vallas al monte no es nada fácil y que es importante evitar tentaciones machistas y misóginas. Así que me quedo con la idea de que abordar este tema de manera natural, con conversaciones cercanas y no incriminatorias es muy importante para que podamos proteger a nuestros niños y niñas. Debemos conseguir que entiendan que muchos de los videos que pueden llegar a ver no son representativos de la realidad, son más como las películas de ficción, dónde se corta y se monta fotogramas según convenga. Es muy importante entender que el sexo debe ser consentido y con sentido; que la violencia y el machismo están fuera de lugar; que hay que hablar mucho para no hacer cosas que después puedan lamentarse.

Y todo esto sin mencionar la generación de imágenes y videos con inteligencia artificial. O educamos bien o la cosa irá a peor, porque se pueden hacer montajes que parecen reales con bastante facilidad.