Supongo que a estas alturas ya sabemos que el calentamiento global y el cambio climático son provocados en gran medida por los combustibles fósiles, los cuales representan la mayoría de las emisiones de gases de efecto invernadero.
Pues bien, resulta que hace poco Petteri Taalas, Secretario General de la World Meteorological Organization (parte de Naciones Unidad), dijo: "A pesar de décadas de advertencias de la comunidad científica, miles de páginas de informes y docenas de conferencias sobre el clima, todavía vamos en la dirección equivocada. La trayectoria actual nos coloca en el camino de un aumento de las temperaturas muy por encima de los objetivos del Acuerdo de París para finales de este siglo", refiriéndose a los esfuerzos para limitar el aumento de la temperatura global a 1,5 grados.
Lo que no tengo tan claro es si sabemos que el CO2 se acumula en la atmósfera es absorbido por los océanos y ecosistemas terrestres (por ejemplo, los bosques). El problema es que el dióxido de carbono permanece durante años en la atmósfera, lo cual implica que el aumento de temperatura permanecerá durante décadas, incluso si conseguimos reducir las emisiones a cero de una manera rápida.
Coincido con la afirmación del señor Taalas cuando dice que "no existe una varita mágica para eliminar el exceso de dióxido de carbono de la atmósfera". Aunque recuerdo que alguna vez he escrito en esta columna sobre empresas que están desarrollando interesantes tecnologías para absorber el CO2 y convertirlo en roca.
Del mismo modo, debo reconocer que me he preguntado unas cuantas veces qué hacemos con esa roca. Pues bien, resulta que hace unos días leí sobre una empresa llamada Lithos Carbon, que ha hecho dos cosas impresionantes:
Por un lado, tener la idea de usar polvo de una roca tan abundante como el basalto para eliminar CO2 de la atmósfera. Ni les ha tocado la loterIA, ni se trata de magia, simplemente se trata de una reacción química que captura el dióxido de carbono al mezclarse con el agua. Es más, se les ha ocurrido que tiene mucha lógica esparcir este polvo por tierras de cultivo.
Por otro, conseguir que el fondo de eliminación de carbono de Frontier haya decidido invertir 57 millones de dólares en una startup de menos de dos años para que elimine alrededor de 154.000 toneladas de carbono de la atmósfera entre 2024 y 2028 utilizando una técnica conocida como meteorización mejorada de rocas (ERW).
Esto segundo puede parecer sorprendente, pero no lo es tanto cuando descubrimos que Frontier es una iniciativa que pretende invertir 1.000 millones hasta 2030 o que cuenta entre sus impulsores con empresas del calibre de Alphabet, McKinsey, Meta, Shopify y Stripe.
Por cierto, en la web de Frontier explican que es un compromiso avanzado de mercado (AMC, un concepto traído del mundo de las vacunas) que tiene como objetivo acelerar el desarrollo de tecnologías de eliminación de carbono garantizando la demanda futura de las mismas. El objetivo es enviar una fuerte señal de demanda a investigadores, empresarios e inversores de que existe un mercado en crecimiento para estas tecnologías.
Me encanta este mundo de la convergencia digital ESG, porque a pesar de que siempre hay negacionistas del cambio climático y de otros problemas de nuestro mundo, sigue habiendo mucha gente convencida de que es básico para nuestra supervivencia investigar e innovar para encontrar soluciones creativas.
En esta época del año podemos tender a pensar que con la buena voluntad basta, que los Reyes Magos repartirán carbón entre los que hayan sido malos. Me parece perfecto que mantengamos la ilusión y el espíritu navideño, pero creo que, ni debemos ser tan inocentes como para creer que el camino a la descarbonización va a ser fácil y rápido, ni debemos ser tan negativos como para pensar que no tenemos futuro, que el mundo se acaba.